Nadie, absolutamente nadie, ha abordado el fondo de los problemas nacionales y, por el contrario. Foto: La Hora

Con la realización de las asambleas de los partidos políticos para postular a sus candidatos a los cargos de elección popular se puede usar el viejo dicho, puesto que si así son las vísperas, ¿cómo serán las fiestas? En efecto, empezando por el uso descarado de los recursos del Estado que demostró el partido oficial y terminando con el tono de los mensajes de los “líderes” partidarios, debemos prepararnos para una campaña tediosa, llena de lugares comunes y ofrecimientos populistas que pretenden beneficiarse de la candidez de los electores.

Nadie, absolutamente nadie, ha abordado el fondo de los problemas nacionales y, por el contrario, cada quien recurre a las mayores expresiones de un vacío populismo que va desde el ofrecimiento de aplicar la pena de muerte, que no es tarea de los gobernantes, hasta proporcionar servicios básicos caros, como la electricidad, de manera gratuita a todos los consumidores. Para nuestros políticos no existe una infraestructura destruida por efecto de la corrupción, ni existe una justicia cooptada para garantizar impunidad. El país no sufre los efectos de la inflación mundial ni depende básicamente de las remesas que con sangre, sudor y lágrimas envían los vilipendiados migrantes.

Todo lo que hace falta, según esas estrellas de nuestro paisaje político, es que quien diga las mayores mentiras sea electo como Presidente y que sus diputados tengan mayoría en el Congreso. Nadie dice que simplemente es un esfuerzo por conservar posiciones y privilegios que permitan continuar con el saqueo de los recursos públicos porque, hasta el día de hoy, no hemos escuchado ninguna postura coherente para modificar esa realidad que es la que agobia a la población.

La ya común tendencia de mezclar religión con política va más allá de andar repartiendo bendiciones a diestra y siniestra, pues se ha probado tan eficiente y productiva que ahora hasta se busca a pastores para ser candidatos, pasando por alto los preceptos legales al respecto porque se tiene la plena confianza en el Tribunal Supremo Electoral, sabiendo que no habrá reparo.

Por cantidad no podremos quejarnos, pues serán más de dos decenas de candidatos presidenciales, pero por lo visto hasta ahora no hay el menor interés por entrarle de lleno a los más serios problemas del país en temas como la educación, la salud, la seguridad, la infraestructura y la justicia, todos ellos clave para la población guatemalteca, pero sistemáticamente fuera del radar de la atención de los políticos cuyos objetivos van en otra dirección y no se van a alinear, jamás, con las necesidades de la gente.

Redacción La Hora

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