Emilio Matta

emiliomattasaravia@gmail.com

Esposo y padre. Licenciado en Administración de Empresas de la Universidad Francisco Marroquín, MBA de la Universidad Adolfo Ibáñez de Chile, Certificado en Métodos de Pronósticos por Florida International University. 24 años de trayectoria profesional en las áreas de Operaciones, Logística y Finanzas en empresas industriales, comerciales y de servicios, empresario y columnista en La Hora.

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Emilio Matta Saravia
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Durante el mes de septiembre y la primera semana de octubre de este año, el tipo de cambio en Guatemala comenzó a mostrar una tendencia alcista, llegando el tipo de cambio de referencia de Banguat a superar los 7.90 quetzales por dólar. Los cuestionamientos de distintos medios independientes, columnistas de opinión, así como los comunicados de la Cámara de Comercio de Guatemala en protesta por la inusual subida, no se hicieron esperar.

Las explicaciones que dieron, tanto el presidente saliente del Banco de Guatemala, Sergio Recinos, como el entrante, Alvaro González, fueron muy poco convincentes, indicando que era un fenómeno normal por la estacionalidad de las compras de inventarios para la temporada de fin de año y por lo elevado de la factura petrolera debido a los altos precios del petróleo y sus derivados; añadiendo que en septiembre las exportaciones fueron bajas, como ocurre normalmente en este mes del año, por lo que hubo una “sobredemanda de dólares”, la cual presionó el tipo de cambio al alza pero que el mismo se normalizaría a finales de octubre. ¿Predicción certera o evento planificado?

Los números, sin embargo, no son congruentes con las declaraciones de ambos funcionarios. La Balanza Cambiaria a septiembre de 2022, que contabiliza la demanda y oferta de dólares en el país, muestra un saldo negativo en septiembre por 82 millones de dólares, mientras que, en julio y agosto, muestra saldos positivos por 1,073 y 888 millones de dólares, respectivamente, sin que el tipo de cambio sufriera variaciones importantes. Los saldos positivos de julio y agosto son 13 y 11 veces mayores que el saldo negativo de septiembre, sin que en dichos meses el tipo de cambio tuviera una apreciación tan relevante como la depreciación que hubo en septiembre con un saldo negativo notoriamente inferior.

Ahondando en el análisis de la Balanza Cambiaria (inserta), las exportaciones en septiembre rondaron los 763 millones de dólares, 158 millones de dólares por debajo del promedio del año (este es el único dato congruente con las explicaciones de ambos funcionarios), mientras que las importaciones en el mismo mes estuvieron en 2,442 millones, tan sólo 184 millones de dólares por encima del promedio del año, y las remesas familiares superaron en 117 millones de dólares al promedio del año. En los tres casos, la variabilidad (desviación estándar dividido la media) es menor a 0.20, es decir, es mínima. También resulta interesante ver que, al 30 de junio, el Banco de Guatemala reporta apenas 480 millones de dólares en inversión extranjera directa, mientras que el presidente Giammattei y su flamante Ministro de Economía, presumen que a octubre de este año llevan “contabilizados” 1,632 millones de dólares en dicho rubro.  Seguramente una parte importante de esos más de 1,150 millones de dólares ingresó en el mes de septiembre. Dado el grado de control que el Ejecutivo mantiene sobre instituciones otrora independientes, no se puede descartar que la devaluación de la moneda en septiembre e inicios de octubre sirviese a intereses particulares; esto, en detrimento de la mayoría de los guatemaltecos.

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