Álvaro Pop

Importantes esfuerzos internacionales, en el marco de la década Internacional de las lenguas indígenas y aprovechando el dialogo iberoamericano, los gobiernos de Bolivia, México y Colombia han avanzado en la instalación del Instituto Iberoamericano para las Lenguas Indígenas. Con esta iniciativa, la región inicia los diez años dedicados a la revitalización y rescate de los idiomas indígenas en el mundo.

En su lanzamiento a finales del 2021 en La Paz, los representantes de los tres países coincidieron en “fomentar el uso, la conservación y el desarrollo de las lenguas indígenas habladas en América Latina y el Caribe, apoyando a las sociedades indígenas y a los Estados en el ejercicio de los derechos culturales y lingüísticos”. Junto con estos países, media docena más ha respaldado la iniciativa. Se espera que en los próximos años el resto de los países iberoamericanos concrete su membresía y su cuota de participación.

Un planteamiento realizado desde las organizaciones indígenas está vinculado al mensaje principal de la década “nada sin nosotros”. En ese sentido se recomendaba a los Estados que abrieran un espacio de participación de los pueblos indígenas en la gobernanza del Instituto Iberoamericano de Lenguas Indígenas. El reglamento recién aprobado ha reconocido lo determinante de esta participación y ha creado la Consejo Consultivo Indígena. En los próximos meses se deberá definir y organizar esta participación que ayudará a cumplir con la Consulta previa libre e informada de las decisiones que se tomen.

La situación de las lenguas indígenas en la región es alto riesgo de extinción. Además, los hablantes de estos idiomas sufren discriminación y racismo. Esfuerzos de inclusión en la educación pública han avanzado en sistemas de educación bilingüe intercultural. En los países donde se ha iniciado necesitan de más financiamiento, más respaldo político y mayor despliegue territorial. La capacidad de tener sistemas políticos coherentes con la participación de sus ciudadanos pasa por la utilización de los idiomas indígenas para darle apertura a la participación de estos pueblos en igualdad de condiciones. En cada uno de los países de América Latina se escucha y se presentan propuestas para mejorar esta participación en los espacios parlamentarios, los gobiernos nacionales y en las administraciones de justicia. Precisamente mucha de la injusticia que prevalece deviene de la poco a nula oportunidad de participación inclusiva que la democracia tiene en la región.

En los próximos años y aprovechando la década internacional de las lenguas, el IILI debe definir su sede, organizar sus equipos técnicos y ampliar convenientemente sus presupuestos.

El trabajar sobre acciones estratégicamente seleccionadas será determinante.

En este sentido el estudio y atención a los idiomas transfronterizos es una de las primeras tareas. El diagnóstico de la evolución de la educación bilingüe intercultural; la actualización del mapa lingüístico latinoamericano; elevar el nivel de conocimiento y debate de las políticas públicas vinculadas a la revitalización y desarrollo de las lenguas; la propuesta de mecanismos fiscales innovadores para el financiamiento sostenido de políticas que ayuden a la participación ciudadana de los pueblos indígenas desde la confianza de sus idiomas maternos; el fortalecimiento de metodologías de enseñanza / aprendizaje de los idiomas; el estudio, debate y propuesta de fortalecimiento institucional para el rescate de los idiomas ayudando a los países a encontrar sus propios senderos de dialogo entre pueblos indígenas y gobiernos serán algunas de las acciones que se pueden trabajar. La alianza con organismos internacionales que operan con los gobiernos de la región será determinante.

Hay mucho que hacer. Dependerá ahora del compromiso anual de los Estados de financiar este esfuerzo institucional regional de trabajo y de las coordinaciones ejecutivas que se establezcan en cada país. Deberán pronto vincularlo a los esfuerzos de recuperación económica post pandemia, igualmente a las iniciativas nacionales de cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y particularmente a las acciones que global y nacionalmente se estén emprendiendo en la lucha contra el cambio climático.

Como han insistido las organizaciones de los pueblos indígenas “nada sin nosotros” debe ser la divisa que fortalezca la reforma de Estado en estos nuevos tiempos.

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