David Berts
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¿Cuál es el origen de todos los males? Usualmente se nos hace más sencillo incomodarnos cuando las cosas empiezan a salir mal. No es frecuente cuestionarnos de dónde viene esa mala racha o a qué responde esta cadena de hechos desafortunados. Es más fácil cuando la culpa es ajena. Es más fácil si la culpa es del Gobierno… Hoy te invito a la reflexión y darle respuesta al título: ¿cuántas red flags son necesarias?

Poniéndonos en contexto desde el año 2020 venimos arrastrando un problema tras otro: la creación de instituciones con funciones duplicadas, la pandemia como justificación para saquear los recursos del Estado, la realización de tratos en ruso, y la aprobación del presupuesto nacional (decreto 16-2021) en el que se castigaron políticas de inversión social, programas de agricultura y fondos para MIPYMES. En cambio, se aumenta el presupuesto de dietas de las bancadas oficiales y el presupuesto del Ministerio de Defensa, en el que se ha abusado del poder a través del uso de la fuerza desmedida del Gobierno para someter a manifestantes por su descontento.

En las estrecheces del Gobierno sale a luz la incapacidad técnica de las comisiones de licitación de todas las entidades, en las que se resuelve con arbitrariedad la adquisición de insumos y bienes, dejando ver inversiones que hoy se vencen. En el sector de la Justicia se revocan prohibiciones de participación a candidatos que ya han mostrado que su único interés es el poder. Los que presiden la Fiscalía se rinden a los intereses de otros poderes, y perdemos fiscales, magistrados y sobre todo la dignidad.

Esto pasando ante nuestros ojos, pero, ¿qué hay detrás? Mientras sucedía todo esto hubo, mejor dicho, hay, proyectos mineros que desplazan comunidades, violentando los derechos humanos, y extrayendo recursos de manera no sustentable y con expresa autorización del Gobierno. Todo esto pasando por encima resoluciones que impedían su funcionamiento. Para cerrar con broche de oro y cito al expresidente Jimmy Morales cuando dijo: “la corrupción en Latinoamérica y muchas partes del mundo es normal y es un tema educacional”

Y si no basta este breve resumen de lo que acontece en Guatemala, ¿qué más necesitamos ver o vivir para accionar? Esto no sucede solo desde el año 2020, sino que es algo que venimos arrastrando desde hace décadas. Reflexionemos y cuestionémonos por qué en una era digital donde la información fluye indiscriminadamente y salen a luz robos, corrupción, malversación de fondos, oscuras intenciones, incapacidad, engaños y abusos, la respuesta es una simple y un poco amarga indiferencia.

La responsabilidad en gran medida cae sobre nosotros los comunes, los que votamos, los que vemos noticias y decimos: “no me importa, al final nada cambia”. El desinterés tiene un costo que repercute en nuestra vida, nuestra familia, nuestros padres e hijos; ¿estamos dispuestos a pagar un costo tan alto? ¿es tan difícil participar?

¿Cuántas red flags son necesarias para dejar de lado la indiferencia e involucrarnos activamente en política? Son necesarios movimientos ciudadanos o desde lo individual personas que aporten, aclarando que para hacerlo no es necesario ser un político, puedes iniciar informándote e informando a otros, asistiendo a las reuniones de tu COCODE, impulsando una solicitud para mejorar las condiciones de vida en tu comunidad. Con el simple hecho de votar consciente aportas mucho, pero es necesario exigir más transparencia, rendición de cuentas, y demandar libertades.

Y repito: ¿cuántas red flags son necesarias para que tú te involucres?

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