En la fotografía el agujero en el kilometro 15 ruta al Pacífico y el derrumbe en la Ruta Interamericana. Foto: La Hora/COVIAL

El hundimiento en el kilómetro 15 de la ruta al Pacífico, el derrumbe en el km 24 de la carretera hacia San Lucas Sacatepéquez, puentes caídos, calles colapsadas. Todo forma parte de una serie de daños causados por las recientes lluvias.

“No llovía de esta manera en los últimos seis años, a pesar que la tormenta Celia pasó solo cerca del país”, de acuerdo con el doctor Edwin Castellanos. Sin embargo, se contabilizan miles de damnificados, carreteras afectadas, drenajes colapsados y la cuenta sigue, con más de un millón de personas afectadas y 23 fallecidas este año por las lluvias y sus efectos.

Un territorio vulnerable en cada temporada lluviosa con daños recurrentes en la infraestructura vial. Ante esto, dos ingenieros: Omar Flores y Héctor Monzón, de la Asociación Guatemalteca de Ingeniería Estructural y Sísmica (AGIES) ofrecen un análisis académico de esta problemática, la cual en algunos casos responde a fallas naturales, pero también a debilidades ante la falta de aplicar una normativa obligatoria de construcción que da lugar a la corrupción.

Los expertos recomiendan con una serie de ejemplos, que las soluciones técnicas deben prevalecer sobre las decisiones políticas para evitar desastres que no son naturales.

 

¿Cuál es el diagnóstico general de los daños a la infraestructura en distintos puntos del país?

Monzón: es muy fácil decir que es corrupción, pero hay varios factores. Tanto en el km 15 ruta al Pacífico y en el km 24 de San Lucas son obras con 20 años o más de estar allí. Es muy fácil, conste no he tenido trabajos con el gobierno desde hace 25 años, no me gusta.

En el caso del talud caído en el Cerro Alux, tiene unos 25 años de estar allí. No sé si hubo cambios arriba o simplemente algo que se desencadena con la enorme precipitación pluvial. Con el correr de los años, estos taludes tan verticales generan figuras en la parte trasera, lo que pudo desencadenar este problema.

Considero que Conred pudo manejar de mejor manera lo del Km 24 CA-1 occidente. El “análisis” que dicen deben hacer, se pudo resolver en un día de recurrir a una propuesta de Mesa Técnica, aplicar prevención de emergencia en el carril derecho y en la cabecera del derrumbe y permitir fluir el tránsito con más agilidad en los otros dos. Nuevamente se transmite esa imagen de “no sé qué hacer”.

En el caso del km 15 en el Pacífico, el puente Tejada Wyld tiene unos 25 años de construcción. Hay vulnerabilidades naturales que se generan con el terreno, la lista es larga, como lo sucedido con el agujero zona 6, el de zona 2 y colonia El Milagro en 1986.

Flores: Hace falta supervisar cada cierto tiempo. Ciertamente, somos malos para dar mantenimiento, aunque resulta difícil detectar las fallas en un talud.

En este caso, al observar fotos de los cortes de tierra, se nota que se vino desde la cima. Probablemente, el estudio geológico debió aportar información si algo se alteró arriba o un proceso erosivo acumuló material en la cima. Los cortes permanecieron bien.

Monzón: Aparte es lo sucedido en el Libramiento de Chimaltenango, donde pudieron darse mejores diseños.

El hundimiento en el km 15 de la ruta al Pacífico revela falta de estudios geológicos, falta de mapas, planes de ordenamiento, errores humanos.

 

Flores: Todos estos proyectos tuvieron que haber llevado estudios. El primero es un mapa geológico. Allí está el trazo de fallas por donde se ejecutó el proyecto, el cual aporta información, así como estudios hidráulicos e hidrológicos. Los drenajes necesitaron datos de precipitaciones de agua para el diseño de tubos y secciones.

Monzón: sin tratar de defender a ninguno, considero que tenemos que situarnos y tomar en cuenta 25 años para atrás. Entonces, no se tenía la misma experiencia. Tal vez no es tanto ver en retrospectiva, que pudo hacerse mejor, lo cual ignoro, por lo que la pregunta va hacia adelante: ¿cuánto hemos aprendido? ¿Cuánto estamos aplicando adicionalmente hoy con respecto a lo que hacíamos antes?

Enfatizo, hay obras en verdadero riesgo que no se les pone la suficiente atención. Es el caso del puente Castillo Armas sobre el río Samalá, en la CA-2. Está en riesgo y no se toma ninguna medida con todo el azolve que viene del volcán Santiaguito, no está en la misma situación cuando se diseñó hace 50 años. Solo falta un chispazo para dejar incomunicado todo el occidente del país.

En esa línea debemos tener más cuidado al ver estos puntos de riesgo y aprovechar nuevas tecnologías. La geofísica, por ejemplo, nos permitiría tomar más precauciones que en el pasado.

El puente Los Esclavos se mantiene en pie desde hace más de 400 años, mientras otros de reciente construcción se caen en corto tiempo. También hay corrupción e improvisación.

En la fotografía el Ingeniero, Héctor Monzón. Foto: La Hora/Cortesía

Monzón: no lo niego, lo veo en el Libramiento de Chimaltenango. En general hay un deterioro y falta de capacidad. Aclaro, el puente Los Esclavos tiene más de medio siglo de estar protegido por un embalse que lo cubre de las crecidas de río.

Es un puente que al comparar la estructura de área útil es realmente grande y hoy no podríamos costear esas dimensiones. Tiene 2 a 3 metros de trocha útil, luces de 3 a 4 metros. Está bien diseñado y conceptualizado.

Flores: considero que ha habido un deterioro de cómo se reciben los estudios, licitan los proyectos y a quiénes se les otorgan. No hace falta irse tan lejos para ver cómo en Costa Rica o El Salvador están más organizados en sus ministerios con respecto a su obra de infraestructura. Los técnicos permanecen más tiempo en sus empleos y no hay cambios cada cuatro años.

Con los puentes, Covial debería tener un inventario. No se tienen estudios de vulnerabilidad y siempre se quedan en diagnóstico. El volcán de Fuego es el caso de decenas de estudios hechos que nunca se utilizaron.

 

¿Cómo deberíamos proteger las estructuras ante estos embates de la naturaleza en un país en donde llueve en corto tiempo pero fuerte?

Flores: La obra está hecha y los drenajes no están considerados para los caudales actuales con lluvias extremas.

Monzón: Hay más pavimento e impermeabilización en la ciudad, por tanto la escorrentía no es la misma. Los drenajes se diseñaron hace 30 o 40 años. Entonces, se estimaba que alrededor del 40% de agua se iba a percolar, pero una ciudad con más pavimento, la escorrentía es prácticamente el 100%, añada la basura, drenajes tapados. Tenemos que modificar la actitud hacia lo que se diseña.

Debemos propiciar una cultura de cambiar la forma de trabajar y aumentar los mantenimientos. Observar y monitorear los puntos de vulnerabilidad.

 

Se habla de mapas desactualizados y planes de ordenamiento territorial que no se ejecutan por diversas razones. Al final, los estudios técnicos dependen de decisiones políticas que muchas veces no se llevan a cabo. ¿Qué ruta se puede encontrar ante este dilema?

Monzón: Participé en comisiones de reconstrucción en los terremotos de Managua en 1972 y de San Salvador en 1986, siempre al amparo de una institución del Estado. Luego de un tiempo, el esfuerzo fracasó. Después de 4 o 5 meses de reunir datos y de trabajo colapsó en la nada.

A partir de los años 1990 decidimos no depender del Estado, tal como las asociaciones de profesionales en Estados Unidos. Nos reunimos varios profesionales del gremio y se fundó AGIES, un ente profesional que no tiene que ver con el Estado.

En 1996 se publicó la primera propuesta de normativa de construcción. Nadie en el Estado le hizo caso. Se revisaron en el año 2000, tampoco la voltearon a ver, pero la Usac (Universidad de San Carlos de Guatemala) empezó a usarlas en sus cátedras. Luego en 2008 hubo problemas viales y Caminos propuso usar algunas normas de AGIES.

Fue en Conred durante el periodo de Alejandro Maldonado que manifestó la necesidad de una norma y se tomó en cuenta nuestra propuesta.

En la fotografía el Ingeniero estructural Omar Flores. Foto: La Hora/Cortesía

¿Esta normativa es de carácter obligatorio?

Flores: El código de construcción no pasa por el Estado ni por la Universidad de San Carlos. Intentamos que por medio de la iniciativa de ley de la Usac llevar la propuesta al Congreso, pero a los rectores les interesó más las Comisiones de Postulación.

Monzón: El código estaba bien planteado. Conred lo tomó como un requisito, luego la municipalidad capitalina se sumó a la iniciativa y otras alcaldías del área metropolitana. Desde 2010 comenzó a funcionar en construcciones mayores.

Estos códigos deberían ser de carácter obligatorio en las municipalidades, lo aplican solo algunas. Hasta el momento su aplicación es voluntaria.

 

Guatemala cuenta con académicos especializados. ¿Hace falta tomarlos en cuenta para evitar estos desastres?

Flores: La población es más educada. Ya no se cree simplemente una causa natural como un terremoto. Estamos en una etapa en donde se deducen responsabilidades aunque no nos guste.

Manejamos nuestra responsabilidad, pero los políticos también. El caso Cambray 2 comenzó ese manejo, aunque el sistema judicial no garantiza nada. Esto va a evolucionar, aunque en el país nos tome como 100 años implementarlo.

Monzón: La amenaza no la puede cambiar, pero la vulnerabilidad sí se puede reducir. Y en casos que no se pueda, hay que evitar las construcciones en esa zona.

Con relación a la invitación de ingenieros de Estados Unidos para resolver el agujero en el kilómetro 15 en el Pacífico, considero que buena parte de la atmósfera que se ha suscitado es por el mal manejo de la comunicación y poco eficiente manejo de las capacidades técnicas a las que pueden y deben recurrir.

El Estado debió convocar una Mesa Técnica aprovechando la experiencia local que sí es significativa y ahí pueden perfectamente invitar en paralelo al Comando Sur. De una vez pudieron unificar en esa Mesa Técnica los otros problemas viales transmitiendo una mejor imagen de enfrentar el problema pluvial.

 

Por la manera como lo manejaron, el Estado transmite una imagen de “yo no puedo y que me ayude mi papá”. Con todo respeto, creería que el “expertis” local, al cual no recurrieron, sabe más del problema que ingenieros militares que primero tendrán que entender cómo son nuestros suelos, por mí está bien que los inviten pero en paralelo.

Tampoco el Ministerio de Comunicaciones ha informado correctamente si su reparación del km 15 no funcionó es porque la tubificación resultó más extensa de lo que previeron inicialmente. ¿Por qué no decirlo así? Esto solo permite que se propaguen notas con poco fundamento como “se lavó el lodocreto”.

En los primeros días las autoridades autorizaron el lodocreto para rellenar el agujero.  Foto: La Hora

PERFILES

Héctor Monzón
– Doctor en Ingeniería Civil por la Universidad de Stanford, Estados Unidos.
– Se dedica principalmente a la práctica privada de diseño estructural en Guatemala.
– Ha desarrollado estudios de Amenaza Sísmica para Guatemala entre 1984 y 2018. Ha participado en estudios de Amenaza Sísmica para California, Macedonia, norte de Pakistán.
– Anteriormente trabajó como investigador y como ingeniero sismorresistente en prestigiosos institutos universitarios y firmas consultoras en California.
– Es miembro fundador y expresidente de la Asociación de Ingenieros Estructurales de Guatemala, (AGIES), fue Director de Comités Técnicos de AGIES. Miembro honorario de la Sociedad Geológica de Guatemala.
– Miembro de número de la Academia de Ciencias de Guatemala. Es miembro de la Sociedad Latinoamericana de Patología de la Construcción.

 

Omar Flores Beltetón
– Ingeniero estructural y profesor investigador de la facultad de Ingeniería de la Usac.
– Director de Comités Técnicos de las normas de AGIES.
– Miembro de la Comisión de Construcción del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología.

 

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