En el caso específico de los ácidos grasos omega-6 y omega-3, que incorporan 22 carbones en su estructura química
En el caso específico de los ácidos grasos omega-6 y omega-3, que incorporan 22 carbones en su estructura química. Foto La Hora/Cortesía

Por: Dra. Lindsay Allen

¿Por qué son esenciales algunos ácidos grasos?

Para que un nutrimento se considere como “esencial” se requiere que éste no pueda ser sintetizado por el organismo, sin embargo, su presencia es necesaria para mantener un metabolismo adecuado y por lo tanto su aporte debe provenir de la dieta en forma natural o de la suplementación de la misma. Así mismo, esto sucede con algunos ácidos grasos, las vitaminas y los minerales, que no pueden ser sintetizados por el organismo y requieren de su ingestión por vía oral, usualmente a través de la alimentación correcta.

En el caso especial de los ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga (AGPI-CL), y en particular de sus precursores ácidos de 18 carbones conocidos como linoleico (AL) y α- linolénico (AAL), el organismo humano no los puede sintetizar, ya que son precursores que dan origen a cada una de las familias de compuestos orgánicos que derivan de ellos: omega-6 y omega-3, respectivamente. Las familias omega-6 y omega-3 se encuentran representadas principalmente por los ácidos grasos conocidos como docosahexaenóico (ADH, familia omega-3) y araquidónico (AA, familia omega-6). Éstos, a su vez, tienen diferentes papeles necesarios para el buen funcionamiento del organismo, razones por las que forman parte de los compuestos “esenciales” para el ser humano.

¿Cuáles son las funciones “esenciales” de los ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga?

En el caso específico de los ácidos grasos omega-6 y omega-3, que incorporan 22 carbones en su estructura química gracias a la acción de elongasas específicas que actúan sobre las moléculas de 18 carbones. Éstos forman parte estructural de las células, particularmente de las que se encuentran en el cerebro y la retina (aunque también se les encuentra en la membrana celular en otros tejidos humanos), y juegan un papel esencial para el funcionamiento celular, como mantener la permeabilidad al agua en las membranas; asimismo, forman parte de prostaglandinas y leucotrienos, compuestos básicos para la inmunidad celular y para los mecanismos involucrados en la respuesta inflamatoria.
Hay evidencia en la literatura de que la incorporación de ácidos grasos de la cadena omega-3 dentro de la estructura de la membrana de las células del cerebro y de la retina se asocia con aspectos funcionales, tales como la agudeza visual y el desempeño neuroconductual, de acuerdo con evaluaciones realizadas mediante potenciales evocados ópticos y pruebas psicométricas.

¿Hay efecto competitivo entre las familias omega-6 y omega-3?

Los ácidos grasos omega-6 y omega-3 consisten en cadenas de 20 carbones con dobles ligaduras en sitios específicos (lo que determina su nomenclatura y sus funciones biológicas). Ambas familias se forman a partir de sus precursores, ácidos grasos con 18 carbones en su estructura: el ácido linoleico (AL) da lugar a la formación de ácidos grasos omega-6, en tanto que el ácido α-linolénico (AAL) da origen a la formación de ácidos grasos omega-3. En estos procesos intervienen dos conjuntos de enzimas: unas que aumentan las cadenas de carbono, conocidas como elongasas, y otras que introducen más dobles ligaduras en estas cadenas, conocidas como desaturasas. Puesto que ambos grupos de enzimas participan en la elongación y poliinsaturación de los precursores, en la medida en que predomine uno de ellos se facilitará la producción de su respectiva familia, y viceversa. Dado que la familia omega-3 contiene tres dobles ligaduras en su estructura, en contraste con las dos dobles ligaduras contenidas en la familia omega-6, la primera familia demanda mayor acción de los sistemas enzimáticos utilizados.

Por lo tanto, si bien existe una situación de competencia metabólica en la formación de ácidos grasos de cadenas más largas a partir de sus precursores de 18 carbones, dicha competencia no se encuentra equilibrada, dado que la síntesis de los ácidos grasos omega-3 inhibe en mayor medida la síntesis de ácidos grasos omega-6. Es importante recordar que los precursores de cada familia sólo pueden dar origen a los ácidos grasos más complejos de su propia familia, de tal manera que no se pueden derivar ácidos grasos omega-3 a partir de AL, ni ácidos grasos omega-6 a partir de AAL. Por las razones mencionadas, es importante que exista una relación balanceada al ofrecer precursores de ácidos grasos de cadena larga a partir de la dieta o de la suplementación. En general, se recomienda que la proporción de ácido linoleico (AL) en relación con el ácido α-linolénico (AAL) en la dieta se encuentre entre 4:1 y 10:1.

¿Hay diferencias en la concentración plasmática de ácidos grasos en los bebés alimentados al seno materno y los alimentados con fórmula?

Hay datos consistentes en la literatura que muestran que los niños que reciben alimentación exclusiva al seno materno tienen concentraciones más altas de ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga en el plasma, en los eritrocitos y en las células de la corteza cerebral que los niños alimentados con fórmula. Para explicar estas diferencias hay que considerar que, si bien los neonatos pueden sintetizar cantidades variables de ácidos grasos poliinsaturados de cadenas largas, como el AA y el ADH, a partir de sus precursores, el ALA y el AL, esta capacidad metabólica se ve limitada en los primeros meses de la vida, y probablemente no lleva a obtener la cantidad requerida de AA y ADH para permitir un óptimo funcionamiento de algunas funciones visuales y cognitivas. Al considerar las diferencias observadas también hay que tomar en cuenta que la composición de los ácidos grasos, particularmente los omega-3, en la leche humana puede tener amplias variaciones, en función de la dieta materna.

¿Tienen repercusiones funcionales las diferencias en la concentración plasmática de ácidos grasos en los bebés alimentados al seno materno y los alimentados con fórmula?

 

Existen numerosos factores que pueden confundir la asociación entre la lactancia al seno materno y el desempeño funcional de los lactantes que reciben esta forma de alimentación al compararlos con lactantes alimentados con sucedáneos de la leche materna. Por un lado, está bien documentado que la concentración de ácidos grasos esenciales de cadena larga puede variar en diferentes poblaciones. Por ejemplo, las mujeres esquimales del grupo Inuit llegan a tener valores diez veces más elevados de ADH en su leche en comparación con mujeres europeas o norteamericanas, una diferencia que ha sido explicada fundamentalmente por la mayor ingestión de pescado en la dieta Inuit. Por otro lado, se sabe que hay características en los grupos de mujeres que optan por la lactancia materna exclusiva que pueden contrastar con aquellos grupos de mujeres que optan por alimentación artificial, tales como nivel socioeconómico, escolaridad, cociente intelectual de los padres y otras habilidades y prácticas relacionadas con la alimentación infantil. También está bien documentado que la leche humana contiene muchos componentes requeridos para el crecimiento en general y para el desarrollo del cerebro en particular, tales como el factor de crecimiento-I, el factor de crecimiento epidermal, y otros, que no se encuentran presentes en las fórmulas infantiles.

Sin embargo, el cúmulo de la evidencia publicada señala que los niños alimentados al seno materno presentan mejor desempeño en pruebas de agudeza visual, en neurodesarrollo y desempeño cognitivo, al compararlos con los niños alimentados con fórmulas infantiles. Si bien es difícil establecer una relación de causalidad a partir de estos estudios, los resultados de un meta análisis reciente han documentado un efecto de dosis-respuesta, esto es, aún en los niños no alimentados exclusivamente al seno materno, pero quienes sí reciben una lactancia prolongada, hay mejor desempeño en las pruebas funcionales estudiadas en relación con la duración de la lactancia al seno materno, aún después de controlar por diferentes factores de confusión.

En resumen

Los ácidos grasos esenciales intervienen en el mantenimiento de las membranas celulares de los tejidos (piel, retina, cerebro, vasos sanguíneos…) y dan lugar a compuestos con actividad biológica como los eicosanoides (prostaglandinas [PGE], tromboxanos [TXA] y leucotrienos [LT]), que participan como mediadores en el sistema nervioso central, en los procesos inflamatorios y en la respuesta inmunitaria.

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Alfonso Mata
Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.
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