Por KIRSTEN GRIESHABER
BERLÍN
Agencia/AP

Nueve meses atrás, cuando el ejército sirio arrasó con su barrio, Mohamed se sentía desesperado por llegar a Alemania.

Ahora ansía volver a Siria porque su esposa y sus ocho hijos no pueden salir del país. Pero teme que la única forma de hacerlo sea la misma mediante la cual llegó aquí: de manera ilegal.

Mohamed, un agricultor de las afueras de Damasco, es uno de cientos, si no miles, de refugiados sirios que quieren volver a su tierra, generalmente porque no pueden traer a sus familias. En un giro irónico, sin embargo, se encuentran atrapados en Europa.

Los afganos e iraquíes que están en la misma situación reciben apoyo financiero y les facilitan el retorno a sus patrias en avión, pero el gobierno alemán y la Organización Internacional para la Migración dicen que no pueden permitir que los sirios regresen a una zona en guerra. Ni siquiera hay vuelos de Alemania a Siria debido a la brutal guerra civil que padece ese país. Y las naciones vecinas que al principio recibían a los refugiados sirios pero ya no lo hacen: Turquía impuso severos requisitos para darles visas y el Líbano se niega a recibir sirios que se fueron ilegalmente a través de Turquía.

Esto deja pocas esperanzas a las decenas de sirios que semanalmente piden se les permita regresar a su tierra, según agentes de viaje y trabajadores de los programas de asistencia a los migrantes que quieren volver.

«Vine para darle un mejor futuro a mis hijos», dijo Mohamed, quien prefirió no dar su apellido por temor a que el gobierno sirio le haga daño a su familia. «Si ellos no están aquí, no tiene sentido que yo me quede».

Individuo bajo y fornido, de 48 años pero que aparenta muchos más, Mohamed vino a Alemania porque sus hijos apenas podían sobrevivir a base de las hierbas hervidas que les servía su madre. Les pagó a coyotes para que lo ayudasen a cruzar el Mediterráneo en una embarcación precaria y a recorrer los Balcanes, en la esperanza de encontrar trabajo y traer a su familia.

Le dieron asilo en marzo, pero a diario recibe llamadas de su esposa que llorando le implora que regrese. La mujer no tiene dinero para alimentar a sus siete hijas y un varón de 12 años, Marwan, quien dejó de estudiar para vender vegetales en un mercado.

Compró un pasaje aéreo hacia Beirut en abril, pero las autoridades alemanas no le permitieron abordar el avión. Hace dos semanas intentó volar a Atenas y de nuevo se lo impidieron. Dice que seguirá insistiendo.

Si bien no hay cifras precisas, entrevistas con funcionarios del gobierno, asistentes sociales, agentes de viajes y decenas de refugiados indican que la cantidad de sirios que se van de Alemania va en aumento.

Alaa Hadroos, gerente de la agencia de viajes Golf Reisen de Berlín, dice que entre cinco y diez personas se presentan diariamente a sus oficinas buscando formas de salir de Alemania. A principios del año llegaban unos 20 diarios, pero se han dado cuenta de que él no los puede ayudar.

«Vienen muchos refugiados sirios que quieren regresar a su país, pero es muy, muy difícil que lo puedan hacer», sostuvo.

Agregó que la mayoría de los sirios intentan ahora viajar en avión a Atenas y allí contratar a traficantes que los ayuden a cruzar la frontera entre Grecia y Turquía a pie, ilegalmente, para luego desde Turquía tratar de llegar a Siria.

«No es una ruta legal, por lo que no puedo hacer nada», afirmó Hadroos. «Solo podemos conseguir pasajes para quienes tienen documentos de viaje válidos a Atenas. Pero no tenemos nada que ver con al trayecto de Atenas a Siria».

Varios migrantes confirmaron a la Associated Press que se proponen emplear esa ruta. Dijeron que les comprarían pasajes a Atenas a traficantes que se los venden a pesar de que no tienen documentos de viaje válidos porque las autoridades alemanas no les han devuelto sus pasaportes. Si bien el pasaporte no es un requisito para viajar de Alemania a Grecia, los viajeros necesitan algún documento de viaje válido.

El año pasado llegaron más de 420 mil refugiados sirios a Alemania y la mayoría recibirá asilo. Pero el país está tan abrumado por la ola de refugiados que procesar las solicitudes de asilo puede tomar meses, sino años. Y tramitar la reunificación familiar más todavía.

Muchos sirios dicen que no soportan la separación de sus esposas e hijos. Otros se quejan de la vida en refugios atestados y de que no pueden trabajar mientras se tramitan las solicitudes de asilo. Algunos simplemente extrañan demasiado su patria.

«Están atrapados en Alemania», dijo Silvia Kostner, portavoz de Lageso, agrupación que organiza el retorno voluntario de migrantes. «Claro que pueden tratar de irse de otras formas, y muchos lo están intentando, porque extrañan mucho a sus familias. Pero no podemos responsabilizarnos de ayudar a que esta gente viaje a una zona en guerra».

Abdullah Hamwi, que vendía telas en el viejo mercado de la ciudad de Aleppo antes de que esta fuese destruida, dijo que se fue primero a Estambul y después, en el 2014, a Alemania, con su esposa e hijo, en busca de un futuro mejor.

Luego de un año y medio en un refugio con otros 400 migrantes, sin noticias del asilo, sin trabajo y desayunando el mismo pedazo de pan con mantequilla y jalea todos los días, quiere volverse a su patria. Dice que deben hacer cola varios días para recibir una pequeña partida de dinero para gastos.

«No he visto nada bueno aquí», dice la esposa de Hamwi, Dania Rash, quien está embarazada. «Todo es difícil. Piden papeles aquí, papeles allá; nos mandan de un lado para otro. El trato es malo. No es la vida a la que estábamos acostumbrados en Siria».

«En cuanto nazca nuestra hija, encontraremos la forma de volver a Estambul», acotó su marido.

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