Durante la campaña de 2020, los demócratas esgrimieron la exigencia de arreglar el maltrecho sistema de inmigración de Estados Unidos como garrote contra los republicanos. Prometieron poner fin al trato cruel que reciben los inmigrantes en la frontera y establecer políticas duraderas y humanas que funcionaran.

Sin embargo, un año después de la presidencia de Joe Biden, ha resultado difícil encontrar solución al problema y entre algunos miembros del partido crece la consternación de que el gobierno de Biden no pueda encontrar el equilibrio adecuado en materia de inmigración.

Públicamente es otra historia. La mayoría de los legisladores en Washington se muerden la lengua, evitando criticar a su líder en un tema tan polémico que ha creado divisiones al interior del partido, sobre todo cuando aumentan las preocupaciones de si los demócratas podrán mantener el poder el próximo año.

Es un equilibrio difícil de lograr, dijo Douglas Rivlin, vocero de America’s Voice, un grupo que pide reformar las leyes de migración. Incluso un poco de daño autoinfligido por error puede ser un desafío, sobre todo cuando los republicanos insisten en su negatividad hacia el presidente.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden. Foto La Hora/AP/Evan Vucci.

“Es difícil, pero tienen que hacerlo”, dijo. “El próximo año se enfrentarán al electorado, todas las personas en el Capitolio. Biden no, ellos lo harán. Adicionalmente, tienen que ser claros en que están presionando a Biden para que sea el presidente demócrata que elegimos, en lugar de sacarle la vuelta a los problemas porque las políticas son complicadas”.

Los demócratas señalan la reciente aprobación en la Cámara de Representantes de una enorme ley presupuestal respaldada por la Casa Blanca que permitiría más permisos de trabajo y otras cláusulas inmigratorias menos ambiciosas. Cuando Biden ocupó el mando, prometió un camino hacia la ciudadanía estadounidense a millones de personas que están en el país sin autorización. Los demócratas dicen que las medidas en la ley de presupuesto bastan para demostrar que el partido no ignorará el problema migratorio durante las elecciones de medio periodo del próximo año.

“No lo veo como culpa del presidente per se… o estos desafíos a los que nos enfrentamos hoy en día, cayendo exclusivamente en los hombros del presidente”, dijo la representante demócrata Veronica Escobar, que representa un distrito en El Paso, Texas, del otro lado de la frontera con Juárez, México. “Es una obligación colectiva la que tenemos y creo que los demócratas tienen soluciones y debemos apoyarnos en ellas”.

Su colega demócrata, el representante Joaquin Castro de San Antonio, evadió la pregunta de si los miembros de la Cámara de Representantes en distritos indecisos serán forzados a alejarse de Biden en 2020 al responder: “Voy a esperar a las discusiones políticas”.

Las autoridades de Estados Unidos insisten en que las fronteras están cerradas para la migración irregular. Foto La Hora/CBP

Sin embargo, Castro agregó que el partido ha hecho todo lo posible en cuanto a la inmigración durante esta sesión, dado que las normas del Senado han evitado que leyes más extensas sobre el tema avancen con el mínimo requerido de 60 votos en esa cámara.

“Por ahora, los demócratas tienen control de la Casa Blanca, el Senado y la Cámara de Representantes, y hemos presionado lo más posible con el número que tenemos en las cámaras para que haya protecciones contra la deportación, permisos de trabajo, licencias de conducir y posibilidades de viaje”, dijo Castro.

El antiguo representante demócrata Beto O’Rourke, quien recientemente anunció que se postulará para gobernador de Texas, ha sido uno de los pocos demócratas en poner el tema fronterizo bajo los reflectores y se dirigió prácticamente de inmediato a la frontera entre México y Estados Unidos después de anunciar su postulación, donde insinuó que la Casa Blanca no le hace un favor a su partido.

“Es claro que Biden podría estar haciendo un mejor trabajo en la frontera”, dijo O’Rourke durante una entrevista con la televisora KTVT en Dallas-Fort Worth. “Su prioridad no es suficiente”.

 

Como la mayoría de los demócratas, O’Rourke tendrá que contrarrestar la narrativa expuesta por los republicanos de que un aumento en el número de personas que cruzan la frontera de forma ilegal este año ha alcanzado los niveles de “crisis”. La campaña del actual gobernador republicano de Texas, Greg Abbott, acusó a O’Rourke de apoyar la política de “fronteras abiertas” de Biden y financió vallas publicitarias a lo largo de la frontera con el rostro de O’Rourke transformándose en el del presidente.

Nick Rathod, el gerente de campaña de O’Rourke, ve “negligencia”.

“Creo que en los demócratas en todas partes, no sólo en el gobierno de Biden, para comprometerse de forma auténtica con estas comunidades” a lo largo de la frontera. “Creó una especie de vacío. Lo que queremos hacer es llenar este espacio”.

Sin embargo, la inmigración es un tema complejo y ninguna administración ha logrado solucionarlo. Adicionalmente, Biden está atrapado entre los intereses de mostrar compasión y lidiar con los inmigrantes que llegan al país —de forma ilegal— en busca de una vida mejor.

El gobierno ha dicho que se enfoca en la raíz de la inmigración y que trabaja para negociar soluciones a largo plazo que logren que los migrantes potenciales deseen quedarse en sus países de origen. Han presionado para lograr regulaciones con el objetivo de decidir más rápidamente las solicitudes de asilo para que los migrantes no tengan que esperar en el limbo y han trabajado para disminuir el enorme retraso en casos.

 

Pero más importante, Biden pasó gran parte del año pasado anulando las normas de la época del presidente Donald Trump, consideradas por muchos como crueles, ya que dificultaron las cosas a los solicitantes de asilo, redujeron el número de refugiados permitidos en Estados Unidos y luego cerraron la frontera por completo con el pretexto del COVID-19.

A pesar de sus esfuerzos, Biden ha enfrentado una serie de críticas de defensores de inmigrantes y progresistas, quienes dicen que todavía echa mano a demasiadas políticas inhumanas de la era de Trump.

Uno de los más criticados es el programa “Permanecer en México”, bajo el cual los migrantes son enviados al otro lado de la frontera, a nefastos campamentos de refugiados improvisados en México, mientras esperan una resolución a sus solicitudes de inmigración. El programa fue suspendido después de que un juez fallara que era inadecuado, pero según documentos oficiales el gobierno de Biden espera acuerdos finales con México para volver a implementarlo.

“Rechazamos un sistema en el que las personas que se enfrentan a consecuencias de vida o muerte están obligadas a navegar solos en un sistema legal complejo, con un idioma que no hablan y en una cultura con la que no podrían estar acostumbradas”, dijo en un comunicado la organización Catholic Legal Immigration Network (Red Católica para la Inmigración Legal).

Otra es una cláusula, conocida como el Título 42, que otorga a funcionarios de salud federales poderes durante una pandemia para tomar medidas extraordinarias para limitar la transmisión de una enfermedad infecciosa. La Casa Blanca apeló el fallo de un juez que puso fin a la regulación.

El gobierno ha usado la cláusula para justificar la deportación de migrantes haitianos que entraron a Texas desde México. Luego de que se viralizaron las imágenes de agentes de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos a caballo usando tácticas enérgicas, el equipo de Biden fue criticado incluso por sus aliados más leales.

Los republicanos se aferran a la seguridad fronteriza, con la intención de mantener el problema en los titulares. El problema sigue siendo una prioridad entre algunos votantes. Una encuesta de la CNN este mes reveló que un 14% de los estadounidenses identificaron la migración como el principal problema al que se enfrenta el país, por detrás de la economía y la pandemia del COVID-19.

La Patrulla Fronteriza de Estados Unidos reportó más de 1,6 millones de encuentros con migrantes a lo largo de la frontera entre México y Estados Unidos de septiembre de 2020 a septiembre de 2021, más de cuatro veces la cifra del año fiscal previo y la mayor cantidad en un año del que se lleve registro.

El número de encuentros se redujo en los últimos 12 meses a aproximadamente 400.000 debido a que la pandemia ralentizó la migración mundial, pero el repunte es ahora más elevado que el récord previo establecido en el 2000, según datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos. El total incluye tanto las expulsiones —cuando los migrantes son regresados de inmediato— como las aprehensiones —cuando son detenidos por autoridades federales—, al menos de forma temporal.

El sistema estadounidense no está lo suficientemente bien equipado para lidiar con dicha crisis, pese a que funcionarios inmigratorios advirtieron que habría un repunte. Las estaciones fronterizas son lugares de detención temporal que no están equipadas para la atención a largo plazo. Es un enorme desafío logístico, sobre todo cuando se lidia con menores de edad que cruzan sin compañía de adultos, y requieren mayores estándares de atención y coordinación entre las agencias.

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