San José
DPA

Clasificar a un Mundial de Fútbol ya no es una sorpresa para Costa Rica, un pequeño país centroamericano de 4,8 millones de habitantes y 51.100 kilómetros cuadrados.

Un sufrido empate 1-1 ante Honduras, con la igualdad conquistada en el epílogo del partido, dio a los «ticos» el boleto a Rusia 2018 y su quinta participación mundialista.

En esta ocasión, Costa Rica pasó sin apuros. Necesitaba apenas un punto, a falta de una fecha para concluir el hexagonal final de la Concacaf.

Y aunque lo logró sufriendo, el premio no resulta menos importante, sobre todo por la confirmación que representa: desde hace tiempo, la pequeña Costa Rica dejó de ser una cenicienta en el fútbol mundial.

Tras varias décadas de tropiezos y frustraciones en eliminatorias, Costa Rica jugó un Mundial por primera vez en Italia 90.

Ya otros países centroamericanos se le habían adelantado y la sonrojaban. El Salvador estuvo en México 70 y España 82. Honduras, su rival de anoche, lo había hecho también ese último Mundial

En Italia 90, pocos apostaban por una buena actuación de los «ticos», hasta entonces con un fútbol artesanal e inocente.

Sin embargo, fue uno de los equipos sorpresa. Accedió hasta octavos de final, tras dejar en el camino a Escocia y Suecia, y sumarse a Brasil como segundo clasificado de su zona.

Italia fue el escalón que Costa Rica necesitaba. El mundo futbolístico comenzó a fijarse en el pequeño país. De esa selección varios jugadores fueron contratados en el exterior, entre ellos el portero Luis Gabelo Conejo, adquirido por el albacete de España.

Pero tendrían que pasar doce años para que el equipo lograra ir a otro Mundial. Fue ya en Japón y Corea 2002. Y aunque no pasó esta vez de la fase de grupos, Costa Rica tuvo una actuación memorable.

Aún persiste en la memoria el partido contra la todopoderosa Brasil de Ronaldo y compañía -campeona de ese torneo-, en el cierre del grupo C. Si bien los pentacampeones se impusieron 5-2, fue uno de los mejores encuentros de aquel certamen.

Costa Rica repitió en Alemania 2006, e incluso le correspondió el privilegio de abrir el mundial frente al anfitrión, en un difícil grupo en el que estaban también Polonia y Ecuador.

En esas condiciones no pasó de la primera ronda, pero tampoco fue un torneo para el sonrojo.

Fallida la clasificación a Sudáfrica, el Mundial de Brasil 2014 fue su nueva y enorme aventura. Ubicado en un verdadero grupo de la muerte, junto a Uruguay, Italia e Inglaterra, los «ticos» volaron a tierras brasileñas con la experiencia de tres participaciones previas.

Pocos buenos augurios tenía Costa Rica en esa zona. No obstante, clasificó como líder del Grupo D tras dejar en el camino a italianos e ingleses, y superó a Grecia para clasificar a cuartos de final. En esa instancia, Holanda debió recurrir a los penales para acabar con la ilusión de los «ticos».

Una verdadera hazaña para un país chico, con una liga pequeña y, como muchos países latinoamericanos, en lucha permanente contra la pobreza.

La vitrina internacional que le abrió a Costa Rica Italia 90, lo ha convertido desde entonces en un buen nicho para otros clubes de otras latitudes como Europa, Estados Unidos, Asia y hasta el mismo México, en el área de la Concacaf.

La mayoría de los jugadores que integraron la selección del Mundial de Brasil y la actual militan en Europa, algunos de ellos en la élite, como el portero Keylor Navas, del Real Madrid.

En ese proceso de modernización de su fútbol, Costa Rica se ha convertido también en referente para otras selecciones, que ya la buscan para disputar amistosos.

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