Por: Jeimy Galicia

Hace 15 años, el Fondo de Cultura Económica publicó una edición más de Santa, esa novela extraordinaria de Federico Gamboa que, más de un siglo atrás, había registrado las peripecias de una mujer que abandonó su terruño para adentrarse a las entrañas de una ciudad que ya devoraba todo lo que encontraba a su paso.

Es una historia en la que el lector no podrá evitar que una pequeña lágrima salga de sus ojos. Santa, un nombre que nos remite a un estado puro, religioso. La protagonista contrasta su vida con su nombre, una paradoja impensable y a la vez cotidiana. Una chica de 19 años deja su vida en el campo para viajar a la Capital y convertirse en prostituta, sexoservidora dirán quienes piensan que al pronunciar la palabra «prostituta» se condenan a unos diez mil años en el purgatorio o, si descuartizan la palabra, arrancándole a machetazos las letras «rosti», para luego zurcir la «p» con la consonante y las vocales finales «uta», llegando a la palabra «puta», tendrán que resignarse a una eternidad de tormentos en los territorios de Satanás.

Criada en un hogar tradicional, religioso, llegan a ella los instintos naturales de la carne para cometer el pecado mortal, motivo suficiente para que su familia la repudie. Encuentra consuelo en esa casa de la lujuria, se vuelve el centro de todos los hombres que visitan el lugar, pero la sombra del mal no la abandona, permanece con ella, como una maldición que no podrá romper hasta que se redima de sus pecados.

Gamboa publicó su obra en 1903, en el México tradicional y prerrevolucionario, religioso y con agitaciones sociales que, siete años después, constituirían la primera revolución en el mundo del siglo XX.

El Estado y la Iglesia censuran el placer sexual, ya que solo debe practicarse con el fin de procrear hijos. La novela es una crítica aguda a quienes reprueban la prostitución, pero no al que presta los servicios.

En la obra se presentan las dos geografías de México, por la mañana, una que muestra un territorio normal y tranquilo, por la noche, otra donde se dan a conocer los profundos llamados de la carne. El narrador de Gamboa también posee dos caras, el que critica la actitud de Santa pero que a la vez es complacido por ella. La mira con ojos de una criatura que solo es producto de sus malas decisiones y que solo podrá cumplir con el significado de su nombre, pasando por un proceso de sufrimiento.

La novela de Gamboa se posiciona en la corriente naturalista ya que es fiel a las descripciones de los pasajes, ambientes y aspectos de la vida de sus personajes. La figura de Santa es la cara de todas las mujeres que, a lo largo de la historia, hasta hoy, son marginadas no tanto por sus decisiones sino por la miseria en la que el mismo Estado las obliga a vivir.

Pero, ya sea en el México de 1903 o en la Guatemala del 2021, el Estado y la Iglesia se han ensañado contra la mujer, negándole educación, salud, trabajo, negándole hasta el derecho a ganarse la vida con uno de los trabajos más antiguos del mundo, trabajo que, los mismos que pagan por el servicio de una mujer a altas horas de la noche, han decretado infame.

Después de Santa, han sido miles de mujeres que han abandonado el hogar, hasta perderse en los suburbios de la desesperación y, antes de ella, imaginen cuántas como ella han repetido la tragedia.

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El bordo, de Sergio Galindo
Una novela extraordinaria, ambientada en el México posrevolucionario, relata el drama de una familia veracruzana de clase alta que se ve amenazada por los embates furiosos del deseo. Un recorrido por la historia de una familia que lleva por patria y memoria el abolengo. Se refiere la vida de una familia de clase alta mexicana, donde los complejos personajes y la escena rural y provinciana sirven al autor para crear contrastes con la vida citadina. La narrativa de Galindo repasa el México de la primera mitad del siglo XX. Fue miembro de la Academia Mexicana de la Lengua.

El tulipán negro, de Alejandro Dumas
Cornelio van Baerle, amante de los tulipanes, se ve encarcelado junto a otros dos sujetos acusados de traición al pueblo holandés, producto de una acusación falsa lanzada por su enemigo. A tan desolador destino, la hija del carcelero se vuelve un consuelo para Baerle, en ella encuentra el único motivo para la sobrevivencia. Alexandre Dumas (1802-1870) fue uno de los escritores más prolíficos de la historia. Literatura del período romántico francés. La obra es una amable iniciación a la creación literaria de Dumas y a los clásicos de la literatura universal. Ambientada en Holanda del siglo XVII.

Pantera Leo, de Alicia Molina
Julia pasa por un momento complicado: su mamá y su papá se van tres meses a terminar sus estudios fuera del país y la han encargado con su tía Sofía, por lo que, además de casa, también tendrá que cambiar de escuela. Allí conocerá todo tipo de especímenes, una elefanta protectora, una comprensiva jirafa, algunas cebras obedientes y una tigresa peligrosa con la que deberá enfrentarse en más de una ocasión. Julia deberá sortear muchos obstáculos sola y, en medio de todo, deberá encontrar tiempo para visitar a un amigo muy peculiar: Panthera leo

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