Guadalupe Grande (Madrid, 30 de mayo de 1965-Madrid, 2 de enero de 2021). Antropóloga, ensayista y poeta; sobre ella, Manuel Rico escribe en El País: Su poesía es una indagación en las carencias de la vida, en los escenarios de la memoria personal y colectiva. Está cargada de sutilezas y sensibilidad hasta el punto de que podría calificarse como una peculiar lírica de la experiencia: una experiencia enormemente compleja y poliédrica que se nutre no solo de lo visible, sino de la memoria, del sueño, de la contemplación, de la vivencia cultural y moral. Quizá por ello, en sus versos respira una conciencia de claudicación, de derrota, de fracaso (“Pienso que escribir poesía quizá sea una derrota necesaria”, afirmaba en su poética).

Prólogo (El libro de Lilit)

Estas ruinas que una vez fueron carne y voz  están hoy abandonadas a nuestro cuidado  somos los responsables de su eternidad. Después de cocinar el adobe
llegó la alegría de los muros  y el aliento de las ventanas caía la tarde  como por la cuchara resbala la miel  atardecía despacio  dándonos tiempo para entender la noche  descendían las horas  en la desnudez del aire  el viento aromaba las sombras  caída la tarde el miedo no tenía nombre

El vuelo

La vida nos sabe a poco el mar no nos basta  Somos un signo de interrogación que ha perdido su pregunta Y sobre todas las tristezas
el vuelo ensimismado del trapeci  -pronuncié tu nombre más solitario tu nombre hecho de ausencia mínimo conjuro de sílabas que nombra la falta sin límites de tu tamaño
palabra inhóspita que lleva a una región de aire en la que el equilibrio es un calvario -conozco bien esta vocación de aire esta opulenta miseria este esplendor de la tristeza
este ultraje de las redes y del tiempo Conozco bien el desatino de las palabras que nombran las ausencias Huir es regresar eternamente

La huida

Vivimos como de prestado  vivimos como sin querer  vivimos en vilo y nuestro destino es la espera  vivimos fatigados de tanto sinvivir. Hui, es cierto. Huir es un naufragio,
un mar en el que buscas tu rostro, inútilmente,  hasta convertirte en náufrago de sal,  cristal en el que brilla la nostalgia.  Huir tiene el olor de la esperanza,
huele a cierto y a traición,  se siente vigilado, está perdido  y no hay ningún imán que guíe  su insensato paso migratorio.  Huir parece alimentarse de tiempo,
respira distancia y mira, desde muy lejos,  un horizonte de escombros.  Huir tiene frío y en la piel de su vientre  resuenan palabras graves valor asombro lluvia.
Huir quisiera ser un pez abisal que ha llegado a la superficie:  después de tanto oscuro,  de tantos siglos anegado en la profundidad,  brillan las primeras gotas de luz
sobre su lomo albino de criatura castigada.  Pero huir es un naufragio  y tu rostro un puñado de sal  disuelto en el transcurso de las horas.

 

Meditación

Aturdidos de tanto saber  y de no entender nada  las cenizas de la memoria  se esparcen en el aire Una cucharada más de polvo, tan sólo otra cucharada de nostalgia. Abre la boca, niña, come y calla. Cruel alimento es la nostalgia, naufragio desolado de la vida, espejo injusto e insaciable. Otro bocado más, niña, mastica y traga. Selección de textos por Gustavo Sánchez Zepeda.

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