Por: Ángel Elías

El próximo 31 de octubre se celebra un año más del aniversario del nacimiento del escritor Humberto Ak’abal. El municipio de Momostenango en Totonicapán vio nacer a uno de los poetas más universales que ha tenido Guatemala. Su vida comenzó en 1952 y nos recuerda que la poesía nunca muere.

La sensibilidad de Ak’abal pasa por la poesía, el ensayo y el estudio del Popol Wuj. Sus distintas facetas hicieron de este personaje un escritor único. Aunque a Ak’abal siempre se llega a través de sus poemas tan llenos de experiencias, naturaleza y sabiduría. “De vez en cuando/ camino al revés:/ es mi modo de recordar./ Si caminara sólo hacia delante,/ te podría contar/cómo es el olvido”.

Sus letras son punzadas con ritmo a filosofía de los pueblos, es como escuchar a un abuelo aconsejar, como sentir su mano en el hombro dando unas palmaditas de consuelo. “En los templos/ sólo se oye la oración/ de los árboles/ convertidos en bancas”. Finalmente, Ak’abal nos ayuda a escuchar nuestro latir de corazón, regresar al refugio que significa escapar a un bosque, huir de la voracidad de la ciudad. El autor tiene esa capacidad, que sin duda asombra. Con pocas palabras atrapa y enreda en la ternura de sus poemas. “El fuego/ acuclillado/ apaga la tristeza del leño/ cantándole/ su ardiente canción./ Y el leño/ lo escucha consumiéndose/ hasta olvidar/ que fue árbol”.

Ak’abal nunca olvidó a su pueblo, no se separó de los temas que lo acompañaron desde su nacimiento, ya sean estos cotidianos o provocados por el dolor y la guerra. Para este escritor escuchar a las aves o entender el silencio de las piedras va más allá de una locura. No existe la locura en la poesía. “Soy pájaro:/ mis vuelos son/ dentro de mí”.

Y sí, Ak’abal sabe hablar el idioma de los pájaros. Su relación con las aves se evidencia en cada uno de sus libros. Aquellos músicos de la naturaleza que seguro escuchaba en cada amanecer o atardecer. Para quien nunca haya estado en un bosque al ocaso, se ha perdido una orquesta creada en armonía absoluta. Ak’abal habla, allá quien no quiera escuchar: “Klis, klis, klis…/ Ch’ok, ch’ok, ch’ok…/ Tz’unun, tz’unun, tz’unun…/ B’uqpurix, b’uqpurix, buqpurix…/ Wiswil, wiswil, wiswil…/ Tulul, tulul, tulul…/ K’urupup, k’urupup, k’urupup…/ Chowix, chowix, chowix…/ Tuktuk, tuktuk, tuktuk…/ Xar, xar, xar…/ Tukur, tukur, tukur…/ K’up, k’up, k’up…/ Saq’kor, saq’kor, saq’kor…/ Ch’ik, ch’ik, ch’ik…/ Tukumux, tukumux, tukumux…/ Xperpuaq, xperpuaq, xperpuaq…/ Tz’ikin, tz’ikin, tz’ikin…/ Kukuw, kukuw, kukuw…/ Ch’iuwit, ch’iuwit, ch’iuwit…/ Tli, tli, tli…/
Ch’er, ch’er, ch’er… /Si-si-si-si-si-si-si-si…/ Ch’ar, ch’ar, ch’ar…”. Pasa un listado y las aves responden: presente.

Humberto Ak’abal murió el 28 de enero de 2019. Nos abandonó y dejó lágrimas en nuestros ojos, poemas en sus libros y unas inmensas ganas de tenerlo de regreso. “Cuando nací
me pusieron dos lágrimas/ en los ojos/ para que pudiera ver/ el tamaño del dolor de mi gente”.

El autor
Humberto Ak’abal. Momostenango, Guatemala. Poeta de la etnia Maya K’iche. Piensa y escribe sus poemas en lengua K’iché y los traduce al español. Es uno de los poetas guatemaltecos más conocidos en el mundo, sus poemas han sido publicados en periódicos y revistas de Guatemala, Centro América, México, Estados Unidos, Venezuela, Brasil, Colombia, España, Francia, Austria, Suiza, Alemania e Italia. Sus obras ya han sido traducidas al francés, inglés, alemán e italiano. Su poemario Ajkem Tzij (Tejedor de palabras) fue editado por la UNESCO en 1996. Su libro Guardián de la caída de agua recibió una nominación a Libro del Año en 1993 y recibió el galardón El Quetzal de Oro APG 1993 otorgado por la Asociación de Periodistas de Guatemala.

Su obra
Esta y otras se pueden adquirir, consultando en www.fceguatemala.com y a través de WhatsApp: 5017-3130 o por mensaje directo en redes sociales: FCE Guatemala. El envío es gratis en compras mayores de Q200, dentro del perímetro de la Ciudad de Guatemala y Q300 en los departamentos. Aplican restricciones.

Mercados abiertos y pactos sociales, de David Ibarra
La apertura de mercados ha significado una importante transformación en la economía global. Su repercusión es tan relevante que no podemos desligarla de la situación económica actual. No es un secreto que la apertura de fronteras y la globalización de la economía han propiciado la obsolescencia —e incluso la disolución— de varios acuerdos económicos. ¿Qué tan eficiente es, entonces, la apertura de mercados y los pactos sociales en un contexto económicamente inestable? David Ibarra quiere responder a esa pregunta mediante este ensayo, en el que analiza las circunstancias posteriores a la crisis y se sitúa en una posición objetiva que le permite observar de manera crítica los avances de la globalización y las repercusiones del neoliberalismo.

La economía institucional, de Bernard Chavance
El argumento principal de esta obra es que las instituciones juegan un papel muy importante dentro de la economía. Así se presenta un estudio introductorio y panorámico sobre la economía institucional, el cual incluye una revisión de las corrientes económicas más significativas que han reflexionado sobre el papel de las instituciones en la teoría económica, tales como el institucionalismo heterodoxo, la teoría francesa de la regulación, algunos enfoques provenientes de la sociología económica y la «nueva escuela institucional». A través de una perspectiva histórica, el autor aborda el origen, la naturaleza, la transición de las instituciones, así como sus efectos en el desempeño económico y el desarrollo.

El jinete del dragón, de Cornelia Funke
La tierra de los dragones en Escocia ha sido amenazada por los humanos. Lung, un joven dragón, tendrá que buscar ayuda antes de volar hacia el Himalaya, donde, según cuentan las leyendas, se escondieron los últimos dragones. Cornelia Funke obtuvo un título de educación teórica en Hamburgo. Estudió pedagogía e ilustración y pronto empezó a trabajar como ilustradora de libros infantiles y a escribir para el público joven. Trabajó tres años como trabajadora social para niños desfavorecidos. Las historias de esos niños la inspiraron a que escribiera e ilustrara sus libros.

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