Gustavo García Fong, académico de número y actual secretario de junta directiva de la Academia Guatemalteca de la Lengua –AGL- correspondiente de la RAE y de Eduardo Blandón, editor del Suplemento Cultural, La Hora.

 

Entrevista a D. Santiago Muñoz Machado, director de la Real Academia Española –RAE– y presidente de la Asociación de Academias de la Lengua Española –Asale–, durante su visita al país con motivo de la presentación del Diccionario panhispánico del español jurídico.

Gustavo García Fong: ¿En qué momento la RAE se planteó la idea de incursionar en el campo de los diccionarios jurídicos y cuáles fueron sus principales motivaciones?

Santiago Muñoz Machado: Pues quizá no sea separable de esa iniciativa al hecho de que haya un académico que es jurista, uno entre 46; pero bueno, también hubo antes algunos juristas y no ocurrió.

A la presencia de un jurista en la Academia, que es algo continuo a lo largo de su historia (ahora hay uno históricamente), supongo que muchos más porque, claro, en la Academia histórica estaban muchos miembros de los consejos de la Monarquía y todos tenían formación jurídica de base. Bueno, a esa circunstancia del jurista en la Academia se sumó que el Presidente del Tribunal Supremo Español, un poco inicialmente también, en nombre o siguiendo una preocupación que es común en todas las Cortes Supremas de Hispanoamérica, me habló de la necesidad de hacer algo sobre el lenguaje jurídico claro, lema este que motiva mucho a las Cortes. Le dije que podíamos hacer, que quería hacer una especie de libro o manual sobre cómo escribir bien en materia jurídica y, sin perjuicio de contestar a esa solicitud, mediante la preparación del Libro de estilo de la justicia (RAE y Consejo General del Poder Judicial, 2017. Madrid: Espasa), que publicamos hace unos años, donde están las claves de una buena redacción, no ya de las sentencias, sino también de las leyes y del trabajo de los abogados; en fin, con carácter general, yo le dije que me parecía que escribir bien era una técnica que, además de exigir con carácter general leer mucho (no se puede escribir bien sin leer lo suficiente), también necesitaba o precisaba de que se conociera bien la significación de las palabras y no había un diccionario (hay muchos diccionarios jurídicos de carácter científico sobre la ciencia del derecho), pero no había diccionarios que compilaran las palabras del derecho; así empezó la historia.

La historia luego se ha hecho mucho más importante de este modesto origen, porque la acogieron la totalidad de las Cortes Supremas de Hispanoamérica; hubo una Cumbre Judicial Iberoamericana en Quito, donde ya estuvimos dispuestos a presentar la primera versión del Diccionario y luego ha habido pues, muchas resoluciones de organismos internacionales; esa cumbre judicial lo es, pero también la Cumbre de Ministerios de Justicia o la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno que se celebró aquí en la Antigua hace dos años, en la que se reconoció la importancia del Diccionario y la necesidad de seguir con una obra como esta, que es un hito cultural en español.

Gustavo García Fong: Desde el punto de vista puramente metodológico ¿Cuán complejo pudo ser la coordinación de una obra como el Diccionario panhispánico del español jurídico (RAE y Consejo General del Poder Judicial, 2017. Madrid: Santillana), donde han intervenido tantas personas y además, de muchos países?

Santiago Muñoz Machado: Pues de indescriptible complejidad, porque todo empezó porque yo mismo, como director de la obra, establecí una planta, un criterio metodológico sobre cómo abordarla; después me tuve que pertrechar de un equipo: primero de una descripción, de cómo iba a ser el diccionario, cómo se iba a definir, cómo serían esas definiciones, a qué palabras les daríamos entrada, con qué criterio les daríamos entrada a unas palabras y no a otras. Y preparamos, con un equipo muy esforzado de españoles, de juristas españoles, fundamentalmente profesores universitarios, un Diccionario del español jurídico (RAE y Consejo General del Poder Judicial, 2016. Madrid: Espasa), así dicho, del español de España. Por tanto y solo en una segunda fase cuando eso estuvo terminado, ampliamos el proyecto para que fuera un Diccionario panhispánico que comprendiera el vocabulario de todos los países de habla hispana.

Pues esto ha consistido en que sobre la base del esqueleto ya del Diccionario primero, simplemente hemos roto sus costuras y hemos procurado que se incorporen todas las especialidades lingüísticas que se generan en cada uno de nuestros países, con la ayuda igualmente de juristas procedentes de las academias, de las Cortes Supremas de Justicia, de las universidades. Todo este material ha pasado principalmente por mis manos, es decir, que ha sido una depuración muy personal, por un más que reducido equipo que yo he tenido y ha pasado por las manos de un equipo de lexicógrafos de la RAE que claro, lo que eran definiciones hechas por manos inexpertas, con buena información del contenido de la institución, pero con poca sabiduría lexicográfica, los lexicógrafos nos las han afinado para que la relación atienda a las mejores técnicas de la lexicografía con la que se hace el Diccionario general.

Y luego hemos añadido a todo esto, bueno, el trabajo ha sido realmente ímprobo, pero hemos añadido, encima, por si faltara poco, las referencias a la legislación de todos nuestros países. Esa es la fase en la que ahora estamos. Esas referencias no caben ya en los cortos lomos de una obra impresa, y vamos a hacer, por tanto, vamos a situarlo en la red (es lo que voy a presentar esta tarde), con una información complementaria de extraordinario valor, porque vamos a poder conocer a través del Diccionario, todo el universo del derecho de todos nuestros países, lo cual permitirá resolver mucho y mejor a los jueces y magistrados con más información, esos legisladores podrán tener una inspiración complementaria en todo lo que se hace en otros países, todos podremos imitarnos a todos si lo deseamos y las empresas tendrán más seguridad jurídica porque conocerán cuál es el régimen de cada uno y mantendremos una comunidad de intereses en el ámbito del derecho que es una comunidad tan interesante desde el punto de vista de la cultura común como la lengua misma.

Gustavo García Fong: Las publicaciones impresas se han visto fuertemente asediadas frente a la extendida influencia del campo informático ¿Qué futuro puede esperarse de obras como los diccionarios, en este caso del Diccionario panhispánico del español jurídico, respecto de posteriores ediciones Impresas?

Santiago Muñoz Machado: Bueno, yo creo que el universo digital nos abre unas posibilidades extraordinarias para los diccionarios. Porque primero vamos a tener, tenemos ya unas posibilidades de incorporar información, mucho mayor que la que había en los diccionarios habituales. Aquí no tenemos límite, porque además todo lo que incorporemos al Diccionario podrá ser manejado muy fácilmente porque los recursos informáticos digitales lo permiten. Yo no veo, si es que he entendido bien la pregunta, que puedan producirse lesiones o dificultades para la obra digital como consecuencia de la obra impresa; es más bien al contrario, la obra impresa resiste, cuando se trata de un diccionario impreso, resiste mucho peor la vida, la renovación, la innovación pero en un diccionario digital puede ser continua, la podemos mejorar, corregir defectos todas las semanas, si queremos, no? Y lo otro, sin embargo, se queda petrificado en la edición hasta que aparece una nueva.

 

Eduardo Blandón: En cuanto al uso actual del idioma español, la RAE ¿impone, aconseja o sugiere?

Santiago Muñoz Machado: La RAE, de esas palabras, la que quizás sea más adecuada es recomienda. Imponer no; la RAE nunca ha sido una institución que haya gozado de poder para imponer o para mandar, no? Hubo un tiempo, en 1713, que los académicos se plantearon cuál sería el lema al que iban acoger el funcionamiento de la institución e hicieron concurso entre ellos. Triunfó el que todavía se mantiene que es “Limpia, fija y da esplendor”. Ahora eso ha sido marginado y es la unidad de la lengua lo que nos mueve. La unidad de la lengua es el lema al que nos acogemos, pero en aquel tiempo, en aquel concurso apareció también una propuesta, que era: la RAE “aprueba y desaprueba”, y eso se desestimó afortunadamente, porque la RAE nunca ha aprobado o desaprobado. Hablar es una potestad indeclinable de cada ciudadano y puede hacerlo como le parezca. La RAE solo mira, escucha cómo hablan los ciudadanos y toma nota, por tanto, y luego compila, codifica lo que comprueba; esas comprobaciones las codifica y las convierte en doctrina, simplemente tomando nota, notarial, testifical de lo que la calle dice, de lo que el pueblo habla.

Eduardo Blandón: El tema del uso del lenguaje inclusivo es una preocupación para muchos redactores y comunicadores. ¿Cómo analiza el tema la RAE?

Santiago Muñoz Machado: Pues lo analiza sosteniendo que el lenguaje más común que utilizamos todos es el que hay que seguir empleando, que la mayor parte de las formulaciones que se consideran propias del lenguaje inclusivo, son correctas gramaticalmente hablando; por ejemplo, los desdoblamientos de cargos públicos, Presidente, presidenta, vicepresidente, vicepresidenta, ministro, ministra, todo es gramaticalmente correcto, pero no se usa en la práctica, en la que sí se designa a una señora ministra con ese título, pero no se hace un discurso con los vocativos, señalando uno detrás de otro todas las expresiones, ni se escribe un libro ni una Constitución así. Se utiliza una fórmula genérica de la que vamos a tratar de borrarle el masculino genérico que es como ahora se usa, para que no se sienta incómodo nadie, se utiliza un genérico que comprende el masculino y el femenino y mientras no se diga otra cosa o el pueblo soberano no imponga otra fórmula (que ahora no la está imponiendo porque ese tipo de exigencias son, en fin, no las usan ni sus promotores), hasta que el pueblo no lo imponga, pues seguiremos manteniendo que es mejor esos genéricos, porque dan economía al uso de la lengua, se tardan menos y sobre todo es más bella, no? Hay que cuidar que cuando uno habla, lo que dice, sea atractivo; para eso tenemos una lengua que se pinta sola, es una lengua muy bonita.

Eduardo Blandón: ¿Qué viene después del Diccionario?

Santiago Muñoz Machado: Hay muchísimas cosas, más cosas de las que somos capaces de hacer. Si se refiere al Diccionario jurídico, esta es una de las obras en las que yo he puesto mucho empeño personal. Se está terminando gracias a la ayuda de 450 juristas de los dos lados del Atlántico, pero todavía hará falta mucha reelaboración. Yo digo a la Academia que el Diccionario general tiene 300 años de vida y todavía estamos remendándolo todos los días; espero que me dejen un poco de margen aunque no sea tanto.

Le queda mucho trabajo a esto pero en fin, yo soy Director de la academia y me preocupo de lo jurídico y de lo no jurídico; entonces estoy en muchísimas operaciones, muchísimas obras que me interesan mucho. Así como muy punteras y novedosas, pues el proyecto LEIA -Lengua Española e Inteligencia Artificial- (igual que la princesa de la Guerra de las Galaxias), y allí lo que tratamos es de conseguir que las máquinas hablantes hablen buen castellano, hablen buen español, porque ahora muchas máquinas son máquinas hablantes, hay más máquinas que humanos y trabajamos en ese ámbito.

Me interesa mucho, muchísimo; mis intereses como director se sitúan en todos los polos. Me interesa mucho el Diccionario histórico de la lengua española, que no tenemos uno y que la Academia viene intentando hacerlo desde 1914, con muchos parones y muchos fracasos de sucesivos proyectos. Yo lo he retomado ahora como una obra personal, porque ese trabajo estaba proyectado a 100 o 120 años y yo quiero ver ese Diccionario durante mi mandato.

Eduardo Blandón: Otra pregunta como comunicador. Voy a “postear” este mensaje, voy a “retuitear” este mensaje, voy a hacer un “streaming” ¿Cómo los comunicadores pueden utilizar correctamente términos anglosajones que aún no están incorporados oficialmente a la lengua española?

Santiago Muñoz Machado: Pueden usarlos, no pasa nada, si los utilizan realmente, la lengua española ha sido lengua muy mestiza que ha incorporado con toda normalidad neologismos procedentes de otras lenguas. Como director de la Academia le diría: “pues mire, piense primero, pregunte a la Academia, que estamos para eso, si alguna de esas expresiones se pueden utilizar, es correcto utilizarla o hay alternativas en español, porque le dirán, si hay alternativas, le dirán pues es mejor que use esa otra fórmula, piénseselo”.

Le pondré algunos ejemplos sin perjuicio de mi propio país. En España las señales de tráfico dicen “stop”, aquí dicen “alto” y en casi toda América ocurre así. Pero en España se ha incorporado una palabra procedente de otro idioma. No pasa nada porque estas palabras se incorporen. Al final, si se usan mucho, cualquiera de las que usted ha manejado, pasan al Diccionario porque las usa todo el mundo, y no pasa nada porque es que la lengua española es en esto muy mestiza y no pasa nada por enriquecerla ¿Cuántas palabras de ese tipo incorporamos al año al Diccionario?, pues no sé ¿O se incorporan al lenguaje ordinario? 10 12 o 15, de este tipo, será una cosa así, entre 93 mil 200 que hay en el Diccionario o 250 mil que es el compendio de la totalidad del léxico de la lengua española, pues realmente no es para alarmarse, pero sería preferible, en todo caso, utilizar palabras en español.

Estaba pensando otros ejemplos. Se ha puesto más que de moda fake news y tenemos una palabra en español para designar esto que es “bulo”, por ejemplo. Un bulo es una información, un rumor de una noticia que es falsa. La generación de cosas que son falsas son bulos. Es más redonda, casi nunca le ganamos al inglés, en la formulación de palabras cortas que definan muy bien una realidad. Tienen una particular habilidad. La lengua inglesa apaga esto, pero aquí, bulo por fake news.

 

Presentación

Con ocasión de la presentación en Guatemala del “Diccionario panhispánico del español jurídico”, La Hora, en colaboración con Gustavo García Fong, académico de número y actual secretario de junta directiva de la Academia Guatemalteca de la Lengua, entrevistó al coordinador de la obra, Santiago Muñoz Machado, director de la Real Academia Española –RAE– y presidente de la Asociación de Academias de la Lengua Española, para conocer, entre otras cosas, el estado del idioma español en el mundo.

La entrevista, rica en contenido, es la que ofrecemos a usted con el propósito de que examine, grosso modo, las políticas de la institución que rigen nuestro idioma, sus compromisos y proyectos esbozados a mediano plazo.  La entrevista, además, muestra una aproximación al valor del Diccionario panhispánico que con toda certeza servirá de apoyo a los profesionales del derecho necesitados de recursos para sus tareas profesionales.

El Suplemento presenta, asimismo, otras colaboraciones de no menos valor.  En primer lugar, el texto de Max Araujo, titulado, Adiós poeta Cardenal, en el que el escritor guatemalteco hace memoria de su relación con Ernesto Cardenal.  De igual modo, desde su propio capital intelectual, Juan Fernando Girón Solares y Miguel Flores, llaman la atención sobre el significado de la Semana Santa y los estudios del arte, respectivamente.

Los textos variados de nuestra publicación periodística pueden no solo actualizarle en los distintos saberes abordados, sino contribuir en su acervo humanístico.  Dotar a los lectores de capacidad crítica en virtud de relatos alternativos es también una de las tareas que como comunicadores tenemos en la sociedad.  No podemos ocultar que lo nuestro es una especie de gestación de un mundo nuevo, esa es nuestra razón de ser, el propósito declarado y nuestro mayor sueño.

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