Un reo es liberado al paso del Santo Entierro del Calvario, a su paso frente a la extinta Penitenciaria Central, el Viernes Santo de 1966./ FOTO Cortesía de: Luis Ordoñez.

Tercera Parte

Juan Fernando Girón Solares

El Maestro, don Marcial Prem, cumplió su palabra, y a partir de la siguiente semana se presentó regularmente a la Penitenciaría Central donde se conformó la incipiente banda de música. Los tres internos que había encontrado Emiliano, lograron convencer a otros tres, y estos a su vez duplicaron el número y en aquella segunda semana de la Cuaresma del año 1918, dieron inicio los ensayos de lo que sería el conjunto musical que debería adiestrarse en la interpretación de las marchas fúnebres que acompañarían la procesión intramuros penitenciarios del Cristo del Padre Gabriel.

La Penitenciaria Central, fue demolida en Enero de 1968, para dar paso al Centro Cívico./ FOTO la hora: archivo.

Connotado músico y compositor de marchas fúnebres, sus obras tenían una particularidad en cuanto a su título, pues mientras las marchas que provenían del pentagrama de la generalidad de sus autores hacían referencia a episodios de la pasión de Cristo o a sentimientos propios de los devotos cargadores hacia sus imágenes, sus composiciones se identificaron simplemente como: Marcha fúnebre número tal o cual. Y así, con la colaboración de los instrumentos musicales de viento y percusión que proveyó el cuerpo ad hoc del Ejército de Guatemala, en pocas semanas, y con la paciencia del maestro, la disposición de los alumnos y la mano de Dios, se logró la interpretación de algunas de estas piezas únicas de la música sacra guatemalteca.

En el taller de Carpintería del presidio, los obreros trabajaron afanosamente en la elaboración de aquel improvisado mueble procesional. La Cuaresma avanzaba a pasos agigantados, y aún y cuando no se logró el tallado en el faldón de las andas, semejante a las portadoras de las imágenes de mayor devoción en el pueblo de Guatemala durante los días grandes, ni mucho menos de almohadillas para cada brazo, los carpinteros lograron dotar al presidio de una pequeña andaría de pino con su correspondiente bolillo, lo cual permitiría la participación de diez cargadores por cada turno en aquel incipiente cortejo procesional.

De esa manera, llegó la Semana Mayor de aquel año el Domingo de Ramos 24 de marzo. Luego de la Misa a mitad de la mañana, el Padre Gabriel bendijo a los presentes con algunos ramos que había traído de El Calvario, y les anunció que Dios mediante, a las tres en punto de la tarde del próximo Jueves Santo, Jesús luciría una hermosa túnica que le habían obsequiado las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paúl. –“Hermanos, dijo el Padre Gabriel: esta sagrada imagen que representa a Jesús en su Pasión es un tesoro de mi familia que ha permanecido en ella por muchos años. No sabemos quién es su autor, pero dicen que vino de España. A pesar de que representa al Señor al momento de haber sido azotado atado a la columna, pues en la espalda tiene las marcas de la flagelación, para este cortejo le colocaremos una pequeña cruz, para representar la estampa del camino de Jesús al Calvario con la cruz a cuestas: Será entonces en esta ocasión, JESÚS NAZARENO. Dios los bendiga todos”.-

Emiliano pensó luego de asistir a la ceremonia religiosa, esta vez por voluntad y decisión propia, que no estaría para nada mal el elevar una pequeña plegaria al Señor, representado por la bella imagen propiedad del Padre Gabriel, para que la procesión tuviera acogida por amor y por devoción, y no por obligación entre la población penitenciaria. Nuevamente, se acercó con respeto y arrepentimiento a la talla, y esta vez, cuando los ojos del Cristo se posaron sobre su rostro, notó en su corazón que la mirada de aquel tenía un aspecto de dulzura diferente. Pareciera que no, pero las imágenes de pasión cambian de expresión, y el que diga lo contrario es porque nunca ha estado cerca de una de ellas.

Concluidos los preparativos con andas, banda de música y por supuesto la imagen de Jesús Nazareno, a la cual efectivamente se le había colocado una sencilla cruz, y que daba la sensación de doblegar en su peso al redentor, clareó la mañana del Jueves Santo 28 de marzo de 1918, y llegada la tarde, se organizó la banda de doce músicos con el uniforme del presidio dirigida por el Maestro Prem, y a los acordes de una sentida marcha fúnebre obra de su director, se levantaron las andas en el interior de la Capilla, y en hombros de guardias y presidiarios dio inicio el recorrido por los patios, las cuadras y callejones de la Penitenciaría Central de aquella derruida pero devota ciudad de Guatemala.

Emiliano como responsable fue testigo de aquel momento dichoso. El Padre Gabriel pidió a los presentes que fuese rezado en voz alta entre marchas, primero el viacrucis y luego el Rosario. Llevaría el cortejo procesional unos diez minutos de haber dado inicio, cuando la música sacra, pero especial y significativamente la imagen de Jesús, ahora convertida en Jesús Nazareno se aproximó al patio central de la prisión. Y fue en ese momento cuando Emiliano nuestro personaje, El Padre Gabriel, El maestro Prem, el Coronel Meza Director y Alcaide, y los reos y guardias penitenciarios que se encontraban participando en aquella procesión, fueron mudos testigos de un hecho insólito que jamás se había vivido con antelación probablemente en toda la historia carcelaria de nuestro país, pues al principio en forma ordenada y posteriormente en forma abrumadora y emocionada los reos se acercaban al cortejo, rezando y pidiendo llevar en hombros al Cristo del Padre Gabriel, aquella imagen que ellos habían conocido en la pequeña Capilla del recinto. Tan es así, que los guardias de la Penitenciaría tuvieron que utilizar en algunos casos la fuerza de sus batones para evitar desórdenes y llamar al orden a aquel especial grupo de cargadores.
Lágrimas en los ojos, en señal algunas veces de arrepentimiento, otras por remordimiento o quizá muchos otros extrañando el terruño querido, la familia o el recuerdo de participar en la procesión de Jesús de Candelaria, del Nazareno de la Merced o del Santo Entierro dominico, el del Calvario o de San Felipe, rodaron por las mejillas de aquellos prisioneros que buscaron recibir la mirada amorosa de la imagen de Jesús Nazareno, a la cual su propietario le había adherido no un cíngulo, sino una cadena en señal de penitencia y para provocar el arrepentimiento e identificación de aquella población cautiva y necesitada, necesitada como todos, de la misericordia de Dios.

A pesar de que se tenía prevista la finalización del cortejo procesional para las cinco de la tarde del día Jueves Santo, feliz coincidencia con la exposición del Santísimo Sacramento en su monumento propio del día, dada la masiva afluencia de cargadores y el sentimiento que provocó el Señor, las marchas fúnebres y los turnos de cargadores se prolongaron con la aprobación del Coronel Meza con los últimos rayos de sol, hasta pasadas las dieciocho horas con treinta minutos de aquel Jueves Santo en que las andas fueron depositadas de nuevo en el interior de la capilla.

El bolillo del mueble procesional retornaba humedecido por el sudor y las lágrimas de aquella manifestación espontánea de fe, de los privados de libertad en el interior de la Penitenciaría Central. El Padre Gabriel, al final de la jornada y antes de retirarse del sitio, agradeció a todos los que hicieron posible aquella procesión, incluyéndose por supuesto a Emiliano, impartió su bendición a todos y meditó para sus adentros que aquella imagen por designios del creador, había sido destinada para cumplir una misión, dicho sea de paso, una misión muy especial en nuestra querida Guatemala.

Bajo la cita (de ser posible): UN REO ES LIBERADO AL PASO DEL SANTO ENTIERRO DEL CALVARIO, A SU PASO FRENTE A LA EXTINTA PENITENCIARIA CENTRAL, EL VIERNES SANTO DE 1966. Cortesía de: Luis Ordoñez.

Si me permite, y si el Diario cuenta con Hemeroteca, esta prisión fue demolida en Enero de 1968, para dar paso al centro cívico. Sería interesante el poder obtener una fotografía histórica de LA HORA,  del momento en que se procedió a su demolición, para acompañarla como referencia.

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