En 1958 hizo su primera aparición en el panorama de la novela mexicana la escritora Josefina Vicens. Titulada, no sin sabiduría, El libro vacío, la primera obra de Vicens fue reconocida de inmediato con el premio que los escritores otorgan a la mejor obra literaria publicada en México durante el año –el Xavier Villaurrutia–; medio siglo después se ha convertido, en el ánimo de las nuevas generaciones de lectores, en un punto de inflexión casi mítico en ese terreno llamado escritura. En 1982, luego de casi un cuarto de siglo en el silencio creador, Vicens publicó Los años falsos, con el que se cerró en definitiva un díptico intrigante.
Libro de horas, Nélida Piñon
Esta novela que es prueba fehaciente de sensibilidad y profusión narrativa. Las memorias, los recuerdos son temas medulares en la narrativa de Piñon y este volumen no es la excepción: el peculiar estilo narrativo busca infatigable la construcción de todas las horas, de instantes en la vida de la autora y de los otros, que residen en un entramado de referentes de ficción literaria. La obra comienza por los recuerdos de su infancia y por la descripción de sus padres, los emigrantes gallegos Lino Piñón Muñoz, a quien llama de «galante y misterioso», y Carmen Piñón, de quien dice que «regía lo cotidiano con armonía».
Boda en Chimalistac, Elena Poniatowska
Los jardines del barrio de Chimalistac, en el sur de la ciudad de México, son testigos del amor de un limonero por una jacaranda. Desafortunadamente, la jacaranda está enamorada del fresno, y el limonero tendrá que superar la desilusión inmediata y saber encontrar el modo de conquistar a su amada y caminar con ella al pie del altar. Esta fábula está enmarcada por imágenes (las ilustraciones son de Oswaldo Hernández Garnica), hechas con una técnica mixta que incluye acrílicos, plumas de gel, brillos y el soporte es papel amate, lo cual se conjunta para mostrar panorámicas de la colonia Chimalistac.
