Carta del escritor enamorado
A Lord Alfred Douglas

Este muchacho, Lord Alfred Douglas, de aspecto “jovial, áureo y encantador” fue, ciertamente, el gran amor de Wilde, la viva encarnación de su apetecido ideal, pero también la causa directa del escándalo que lo conduciría a los tribunales, primero, y de allí a la ruina y a la cárcel, de la que Wilde saldría convertido en patética sombra de sí mismo.

Wilde y Douglas (Bosie, para sus allegados) se conocieron en 1881, cuando éste apenas contaba veinte años y aquél era celebrado ya como un santón del esteticismo y brillante escritor. Muy pronto se entablaría entre los dos una íntima relación.

Naturalmente, no fue Lord Alfred Douglas la primera relación sentimental (ni masculina) en la vida de Oscar Wilde. Pero sí constituyó lo que en términos coloquiales se define como el gran amor de su vida.

Enero de 1893
Babbacombe Cliff

Mi niño,

Tu soneto es absolutamente delicioso, y es un portento que esos labios tuyos, rojos como pétalos de rosa, hayan sido hechos tanto para la música o el canto, como para la locura de los besos. Tu alma delgada y áurea camina entre la pasión y la poesía. Sé que Jacinto, al que Apolo tan locamente amó, fuiste tú en los días griegos.

¿Por qué estás solo en Londres, y cuándo vas a Salisbury? Debes ir allí a refrescar tus manos en el gris crepúsculo de las cosas góticas, y ven aquí cuando quieras. Es un lugar encantador -sólo faltas tú; pero ve primero a Salisbury.

Siempre, con imperecedero amor, tu

Oscar

Esta carta, robada tal vez a Douglas por alguno de sus chulitos, fue utilizada como prueba contra Wilde en uno de los procesos de 1895. Oscar alegó que se trataba de una obra de arte, y dijo que un amigo suyo la había convertido en un soneto francés. Y en efecto, en la revista de Oxford Spirit Lamp en el número correspondiente a mayo de 1893, figura un soneto en francés, anónimo, basado en la carta, y que Wilde dijo ser de su amigo -en aquel entonces- Fierre Louys.

El soneto de Douglas al que se alude al inicio pudiera ser -pues es de 1893- “In Praise of Shame” (Elogio de la Vergüenza), que comienza: Unto my bed last night, me thought there carne/ Our lady of strange dreams…

Lady Queensberry -la madre de Lord Alfred- tenía una casa en Salisbury.

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