Sandro Botticelli
1444 – 1510

Durante el Renacimiento, los artistas solían escoger a las divinidades de la Antigüedad clásica para sus cuadros por sus preciosas figuras y por los escenarios en los que podían ubicarse. Como personificaciones, también podían convertirse en medios muy efectivos para la alegoría. Aquí Venus aparece elegantemente reclinada, mientras que Marte está tumbado, exhausto. Mientras Venus sea capaz de entretener al despiadado dios de la guerra, habrá paz en la Tierra. Tan exhausto está que incluso los traviesos sátiros son incapaces de despertarlo. Además, es ajeno al sonido de la caracola que un sátiro le sopla en la oreja y al zumbido de las avispas que vuelan a su alrededor.

Las avispas –vespe en italiano– eran el emblema de la familia Vespucci; se cree que Botticelli pintó este cuadro para ellos en 1483. La forma de la pintura sugiere que se pensó para un lugar específico, quizá como parte de un mueble de dormitorio.

Con información del libro de:

Sarah Carr-Gomm. Historia del arte. El lenguaje secreto de los símbolos y las figuras de la pintura universal. Ed. Blume. Barcelona, 2009. 230 pp.

 

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