Karla Olascoaga
Académica y escritora

Drama. Duración: 85 minutos. Dirección: Juan Taratuto. Papel protagónico: Diego Peretti

La reconstrucción, (Argentina, 2013) un filme con una temática sin caducidad y portador de una complejidad que escapa a la frialdad de una ficha técnica, es una cinta cuya estructura y manejo del tiempo tiene más similitudes con la cinematografía europea que con la estadounidense, a la cual estamos entrenados y “amaestrados” mediante la proliferación de la cinematografía comercial gringa, desde muchas décadas atrás.

En esta obra de Taratuto no hay espacio para estereotipos, ni para escenas descarnadas ni cargadas de sangre o violencia explícita. Aquí, el ritmo del desarrollo de la trama y la verosimilitud del comportamiento de sus personajes secundarios es una sincera provocación al espectador, que debe vencer la impaciencia (fomentada por el cine comercial actual) para internarse en la trama y ser testigo impotente de las actitudes que nacen de todos y cada uno de sus personajes –que no son muchos– y, en mayor medida del comportamiento de Eduardo (interpretado magistralmente por Diego Peretti), quien poco o casi nada deja ver acerca de los recovecos de su mente masculina. Eduardo no encarna a estereotipo alguno, ya que esa no es la pretensión ni la búsqueda que mueven a Taratuto.

En La reconstrucción tampoco se busca la complacencia del espectador, por ello no hay dicotomías a la vista, ni existen héroes o heroínas artificiales, solo conviven seres humanos comunes, en situaciones cotidianas y situaciones límite, tratando de subsistir de una manera muy elemental en una geografía agreste y difícil, donde sus claroscuros, carencias, defectos, virtudes y limitaciones emocionales se hacen evidentes en cada escena.

Mal acostumbrados (o entrenados por default) a la acción descarnada, violenta y acelerada de la cinematografía norteamericana con la que aún nos bombardean, un filme como La reconstrucción se percibe como un reto, en muchos sentidos. En primer lugar, la naturalidad del desarrollo de cada uno de sus personajes nos sitúa frente a una narrativa que se desarrolla a una velocidad cuasi cotidiana, mucho más acorde con los tiempos reales en términos del desarrollo de la trama y del acontecer diario.

En segundo lugar, el protagonista nos posiciona frente a una psique masculina que presupone un estereotipo, nada más alejado de la trama que propone su director, Juan Taratuto, ya que como espectadores nos descubrimos mezquinos frente a un Eduardo que no alcanzamos a entender durante los primeros quince minutos del filme. Así, conforme va avanzando la acción, uno a uno se van cayendo y diluyendo las supuestas expresiones machistas y criticables que creímos ver en el protagonista, e irguiéndose con contundencia una personalidad escondida y congelada por el dolor y la vergüenza.

En tercer lugar, el escenario donde se desarrolla la trama: Río Grande y Ushuaia –hermoso, agreste y helado– nos muestra una Argentina ni citadina, ni colorida, y mucho menos cosmopolita, donde cabe a la perfección un personaje en apariencia indolente y frío como Eduardo.

En las numerosas reseñas, comentarios y críticas que aparecieron al estrenar La reconstrucción, se destaca la maestría y apertura de su director –quien por años estuvo familiarizado con la comedia– para lograr un debut categórico en el ámbito del drama. Por su parte, Peretti, uno de los actores preferidos de Taratuto en sus comedias, coescribió el guion del protagonista, quien posee muchos silencios y una visible “economía gestual” que le imprime mayor naturalidad a un Eduardo carente de pretensiones mundanas o superficiales.

Asimismo, las actitudes, diálogos y silencios de los personajes secundarios refrendan cada una de las decisiones inaplazables que toman y que le otorgan lógica al desarrollo casi espontáneo de la trama. Existe pues, una cierta economía del lenguaje que lejos de restar, suma. Según la crítica argentina, ese es un factor que contribuye en términos del desarrollo dramático del personaje y lo transforma frente a un público acostumbrado a su antigua imagen.

Para cerrar, hay otro aspecto no menos importante en la cinematografía argentina que lo constituye su música (banda sonora o soundtrack), porque sirve de soporte expresivo a las situaciones dramáticas de sus personajes y esta película no es la excepción, ya que guarda para el cierre de la trama sus mejores “armas sonoras”.

Por ello La reconstrucción, aunque podría ser una película que confunda o impaciente a cualquiera, en ningún momento deja de presentarse como un notable trabajo de dirección, producción, guion y actuaciones. No se la pierda, la puede bajar de You Tube sin problemas.

 

 

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