Por Gabriela Mayer
Guadalajara
Agencia (dpa)

La novelista Almudena Grandes y el poeta Luis García Montero conversaron anoche sobre su historia de amor y su convivencia, en un encuentro mano a mano en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara que también se adentró en la literatura y el compromiso.

En el inicio de su intervención, la autora de «Las edades de Lulú» y «El corazón helado» reveló: «Estaba predestinada a enamorarme de un poeta».

«Porque los dos hombres más importantes de mi vida antes de Luis fueron poetas. Yo a veces digo que si Freud me hubiera conocido, el síndrome de Electra se llamaría síndrome de Almudena, porque yo estaba enamorada de mi padre y del padre de mi padre, que eso ya es como rizar el rizo», afirmó.

Grandes (Madrid, 1960) contó que en casi todas sus novelas «hay un abuelo y un nieto o una nieta». Y «todos esos abuelos son mi abuelo Manolo y todos esos nietos o nietas soy yo. Mi abuelo era poeta aficionado, era un poeta modesto que solo leía sus poemas a la familia, pero que a mí me leía muchos poemas». «Fue radicalmente benéfico», lo recordó.

Su padre, en cambio, representó «una presencia mucho más tormentosa» en su vida. «También era poeta, era mucho más exhibicionista, se publicaba libros y los regalaba. Y yo también estaba enamorada de él», dijo la escritora que presentará esta tarde en la feria su última novela, «Los pacientes del doctor García».

La mesa «Poesía y prosa. Amor y matrimonio» formó parte del amplio programa literario de Madrid como invitada de honor a la feria mexicana que se extiende hasta el 3 de diciembre en la Expo Guadalajara.

Uno de los ingredientes fundamentales del amor es la admiración, sostuvo la novelista. «Creo que es imposible enamorarse de alguien a quien no admiras, alguien que no es capaz de deslumbrarte, y yo empecé a admirar a Luis mucho antes de conocerle más profundamente».

«A mí Luis me parece el mejor poeta de mi generación, pero que lo diga ahora no tiene mucho mérito, porque claro, soy su mujer desde hace 24 años. Pero esto lo decía cuando no le conocía, porque creía verdaderamente que era así», señaló.

Respecto de la convivencia entre un poeta y una novelista, Grandes apuntó: «Sobre todo para mí es un privilegio vivir con otro escritor, y es muy fácil porque por un lado tengo a mi lado a un lector de calidad, implacable conmigo, o sea que tiene la confianza suficiente como para destrozarme las novelas cuando las termino».

«Y por otro lado los escritores, incluso los que somos corrientes como nosotros, somos muy insoportables de a ratos. Tenemos fases de autismo en las que no contestamos cuando nos hablan, porque estamos absortos en lo que hacemos. Y hay poca gente tan vulnerable como un escritor antes de publicar, somos proclives a la neurosis», expresó.

Grandes remató: «Siempre he pensado que es una suerte vivir con otro escritor porque es alguien que sabe exactamente lo que me está pasando, igual que yo sé exactamente lo que le está pasando».

García Montero, en tanto, contó cómo se inició la historia de amor entre ambos: «Nos conocimos en el año 1991 en un acto que se organizaba en el Ateneo de Madrid, un acto para protestar por la guerra de Irak». «Y ahí estábamos los dos».

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