Por Junio Jocol

Para empezar espero que este título no moleste a algunos, aunque sé que casi seguramente así será, pero ni modo esa manía de los bichos humanos de querer ponerle nombre a las cosas, quizá para intentar entenderlas, además eso de poner apodos es más viejo que “tatalapo” y regularmente se hace con cariño y por gente o asuntos que nos interesan.

Pues como yo lo veo hace ya un par de años se viene gestando un nuevo movimiento en la escena musical guatemalteca, y pues parece ser algo cíclico esto de los cambios de comportamiento y generacionales en la sociedad que se marcan muy claramente en la música y no solo en nuestro minúsculo país sino en todo el globo, corríjanme los que sí saben del asunto pero los años ochenta en Guatemala fueron dominados por la música merengue y la soca, con grupos como Rana, la FM de Zacapa y La Gran Familia. Ellos eran la onda en aquellos años, en los noventa surgió el movimiento del rock chapín y se apagó con la entrada de los 2000 y el desastroso reguetón. Llegaron los dos mil diez y aparecieron las camisas de franela a cuadros, las barbas bien recortadas y el pelo rapado a medias, asimismo aparecieron las fiestas cuasi clandestinas, la quezalteca especial se popularizó, los anteojos, la ropa vintach y otro montón de comportamientos de esta cultura «hipster» que pasó a dominar la escena en todos lados, la música «indie» es lo «cool», los vinilos y los videos con tonos paliduchos se pusieron de moda, los bares, restaurantes, etc., etc., nos invadió la estética de esta década y como todas las modas se viralizó entre los jóvenes, algunos otros jóvenes solo de corazón y los más viejos se opusieron y dijeron que se trata de una moda estúpida y que sus tiempos fueron mejores.

Lo que sí es claro es que hay un nuevo movimiento musical y a la cabeza están bandas intensas e interesantes como Kin, Rotz, Hot Sugar Mama, Jonathan Carrión, El Sargento Pimienta, entre otras y que parece están recibiendo la estafeta de sus antecesores y esto se muestra en este esperado festival «El Grito», donde al parecer simbólicamente se dará el relevo generacional y como siempre volverá la rueda a girar.

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