Manuel Fernando Pontaza

Hablar de la Cuaresma y Semana Santa en Guatemala más que una simple Tradición es hablar de un sentimiento de la identidad en un País de una gran diversidad cultural, por lo que conservar la Cuaresma y la Semana Santa es deber y obligación de todos.

Hablar de la Cuaresma y Semana Santa en Guatemala es sumergirse en todo el misticismo que ella posee.

Generación tras generación seguimos los pasos de las imágenes de Pasión de los Nazarenos con la Cruz a cuestas, de las bellas imágenes que representan a la Madre de Dios en sus diferentes advocaciones como, por ejemplo, Las Dolorosas, de Soledad; bellas esculturas que nos recuerdan a una mujer humilde, sencilla y obediente a los designios de Dios, que a pesar de su inmenso dolor en su amante corazón sigue a su hijo por el camino que lo llevó al monte de LA CALAVERA o GÓLGOTA donde su último aliento sería entregado por nuestra salvación.

También caminamos con esas imágenes que duermen el sueño profundo de la muerte, los Cristos Yacentes, que nos anuncia el triunfo de la vida sobre la muerte, pues resucitará al tercer día. Hablar de la Cuaresma y Semana Santa en Guatemala también es hablar de la felicidad y alegría pues el Domingo de Resurrección la música, las vestimentas y el entorno ya no es fúnebre, al contrario es festivo ya que, a través de las imágenes de Jesús Resucitado nosotros sabemos que Él estará con nosotros hasta el fin de los días (Mt 28: 20).

Hablar de la Cuaresma y Semana Santa en Guatemala es regresar varios siglos en el tiempo, a la época de la Colonia y situarnos en el Valle de Panchoy, en la hoy Antigua Guatemala que al finalizar su construcción, fue llamada «la más bella de América», y hoy además denominada «la Jerusalén de América», donde manos de personas, maestros talladores, iluminados con un don divino esculpieron imágenes que evocan a ese hombre humilde lleno de amor y misericordioso.

Hablar de la Cuaresma y Semana Santa en Guatemala es hablar de colores con sus colores de serrin nuestro arte efímero, de sabores por su gastronomía propia de la época, de olores con ese aroma que solo en Guatemala tenemos con el Corozo, apreciar las andarías o muebles procesionales, deleitar nuestro sentido de la vista, dándole un respiro de paz y amor a nuestro corazón apreciando las bellas, únicas e inigualables imágenes que parecieran tener movimiento propio, de escuchar las marchas fúnebres, nuestra música sacra arraigada a partir del siglo XIX, que enriquece y vuelve aún más propia, original e irrepetible esta época. Hablar de la Cuaresma y Semana Santa en Guatemala es tener contacto con nuestro patrimonio, un patrimonio que desde el año 2008 se convirtió en Patrimonio Cultural Intangible de Guatemala, bajo el Acuerdo Ministerial No. 560-2008 de fecha 4 de septiembre 2008, emitido por el Ministerio de Cultura y Deportes, sin embargo, para los guatemaltecos y en especial para los CUCURUCHOS es más tangible pues lo sentimos, lo respiramos, lo vemos, lo palpamos y lo vivimos de una manera sin igual como en ninguna parte del mundo entero. Hablar de Cuaresma y Semana Santa en Guatemala en síntesis, es hablar de la fe, el arte, la cultura, tradiciones y devociones las cuales son características de raíces de unidad de todo un pueblo que se entrelazan con todas las expresiones culturales y de fe pública las cuales, manifiestan el sentido de pertenencia nacional.

Hablar de la Cuaresma y Semana Santa en Guatemala es hablar de una amalgama chapina que corre por nuestras venas.

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