Liggia García

Considero la cámara como herramienta para conseguir imágenes que provean a mi proceso humano interno, más que al mérito de hacer fotografías, hay imágenes que me han afectado de múltiples formas que no fueron captadas.

Mi entorno definitivamente es muy responsable de la visión que tengo sobre las cosas diarias, al moverme entre dos lugares simultáneamente, por tanto tiempo comprendo esa inclinación que tiene en primera instancia, mi pueblo a la repetición constante de las cosas, algo que comparo con la metáfora del movimiento perpetuo, algo importante surge en eso, porque asumo como uno de los lugares tiende a «no olvidar» a perpetuar al contrario de la ciudad, que tiende a la desadherencia, siento que llevo esto implícito, por esto regreso al mismo lugar, observo a las mismas personas y busco en ellas identificación con ese significante sobre lo perpetuo. Esto se volvió más importante con algunas imágenes captadas y otras solo retinianas que se quedaron en mi cabeza y se repiten constantemente como si de un film con efecto Kuleshov se tratara. Los procesos humanos, esos que tienen que ver con el «no ser», con lo que desaparece, me interesan mucho porque los he contemplado demasiado, y aunque son obviamente cuestiones naturales como el morir a mí me sucede que forma parte de mi vida en hechos y objetos. Pero no dirijo mis historias a eso de morir, nacer, reproducirse, no, ellos son el medio para hablar sobre perpetuidad, repetición y pertenencia.

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