Por: Carla Natareno Letona

No puedo empezar esta carta con el típico saludo frío y protocolario, porque esta no es una carta de burocracia es una carta de remembranza porque te recuerdo y te imagino en cada libro tuyo que leo.

Siempre que recuerdo lo injusto que es el mundo de la literatura con las mujeres, te pienso. Aunque tu obra es variada y no se puede encasillar en un solo género, el canon ha adjudicado parte de tu trabajo al realismo mágico. Sé que negabas de este y lo entiendo porque al final parece un sello comercial y sé que eso no iba contigo. Además, ¿para qué querés estar en un movimiento donde son los reconocidos los hombres? Pero me frustra, me molesta que no te hayan tomado en cuenta en un momento donde el mundo volteó a ver a Latinoamérica y no porque corriera sangre… bueno, acá siempre corre, pero en las letras en ese momento, Latinoamérica brilló por su literatura ¿por qué no estás ahí, por qué no te reconocieron?

La famosa novela de Gabriel García Márquez, Cien años de soledad se publicó en 1967, mientras que tu primera novela Los recuerdos del porvenir salió a la luz en 1963, debido a las características de dicha obra se dice que fuiste precursora del realismo mágico, ¿por qué no estás en ese famoso Boom Latinoamericano?

Tus novelas reflejan un ingenio narrativo que tienen como base una realidad inexplicable: Los recuerdos del porvenir (1963), el general Franciscos Rosas domina y somete un pueblo de naturaleza triste y gris, mientras que dos mujeres tratan de sobrevivir sacando fuerzas de una extraña motivación. Reencuentro de personajes (1982), muestra una serie de protagonistas decadentes y solitarios, es una ficción psicológica que juega muy bien con las inquietudes de la mente. Testimonios sobre Mariana (1981), retrata la degradación del ser amado, exhibe la misoginia y los cuestionamientos de una mujer con muchos matices, (se dice que Mariana es un alter ego y que a través de ella contaste tus desventuras amorosas con Octavio Paz). Y Busca mi esquela (1996); perfila a dos náufragos que viven en una ciudad que los ahoga, sin embargo; se enamoran, ella sugiere buscar en su esquela la verdad, él lo hace y se pierde en el mar que lleva dentro.

Apenas mencioné 4 de tus obras y todas me parecen historias donde lográs envolver al lector en un mundo irreal pero lleno de verdades, en sus páginas se puede saborear tu ingenio y la manera en que manejaste el lenguaje para crear situaciones intensas donde las mujeres luchan por ellas, aunque no siempre logran ganar.

A pesar de esta genialidad, no has recibido el reconocimiento que merecés. No entiendo porque el canon insiste en borrar a las mujeres de la historia, es como si quisieran que no existiéramos. Pero fuiste una terca y yo también lo soy, siempre que pueda te mencionaré y lo haré con todas las que han callado, olvidado, censurado o ignorado. Hay que reivindicar el trabajo de tantas mujeres, nos lo debemos.

Elena, ¿has visto cómo hay personas que todavía se preguntan por qué somos feministas? ¿Qué por qué cuestionamos las posturas de los hombres? ¿Qué no saben que un hombre inseguro con poder se incomodó y te censuró?

Yo lo sé Elena, yo lo sé… es triste pensar que te vio como una competencia y no como una compañera, pudieron ser geniales si se hubieran apoyado, pero para él eras demasiado buena y en lugar de colocarse junto a tu máquina de escribir, prefirió prohibirte brillar para no opacarlo. Y para colmo a él lo aplauden y a ti te engavetan. ¿Por qué somos feministas? Porque no es justo, no es justo que nosotras tengamos que vivir en constante sacrificio para no incomodarlos.

No entiendo cómo alguien te amó de esa manera tan mediocre, cuando te merecías ser tratada con pasión y sutileza. Pero Elena, mucha gente te critica a pesar de que no saben las intimidades de tu hogar o de tu corazón y dicen: ¿por qué lo permitió? ¿por qué cedió? Creo que muchas personas no han amado como nosotras.

Parecemos unas de las tantas tías que están en el libro de Ángeles Mastreta, Mujeres de ojos grandes, cuando cuenta: “La tía Daniela se enamoró como se enamoran siempre las mujeres inteligentes: como una idiota”.

Pero Elena, supimos lamernos las heridas y voltear a ver a la esperanza, que no siempre es verde, puede ser de tantos colores, tener un sutil toque de tinta y estar bañada de música.

Además de ser cómplices en los malos amores, también lo somos en la escritura. Me gusta pensar que compartimos estilo literario. Yo también escribo en escenarios imaginarios, en laberintos que solo existen en los rincones más oscuros de mis demonios (nadie cree que los tengo y frustra tanto), todo se desarrolla en escenarios oníricos. Me hubiera encantado tenerte de maestra, seguramente me hubieras dicho: “Carla, este párrafo no va acá, cambia la voz pasiva y que se vuelva un grito”, es muy probable que yo hubiera corrido hacer los cambios o tal vez me hubiera rebelado, al defender mi texto, porque lo hago con todo lo que soy, porque en cada cuento… al igual que tú, me arranco el corazón y lo dejo en cada palabra. ¿Nos hubiéramos peleado? Seguramente, pero también hubiéramos dejado a un lado el enojo y volveríamos a ser las confidentes que debimos ser.

Te tacharon de traidora, espía, de loca y tú solo querías escribir, ser leída y amada. Te orillaron a esconderte cuando naciste para brillar. Qué tontos fueron todos.

Ni todas las cartas, van a alcanzar para expresar todo lo que te tengo que agradecer, cada lectura, cada viaje por tu mente. De una manera inmaterial sí sos mi maestra y lo valoro.  Desde donde estés, agradecemos este día en que celebramos tu venida al mundo. Y no dejaré que caigás al olvido.

Elena, la igual que tú, yo también espero que alguien busque mi esquela y me encuentre.

*Elena Garro nació el 11 de diciembre de 1916 y falleció el 22 de agosto de 1998 fue dramaturga y novelista; también cultivó la poesía, inédita en gran parte, y el periodismo. Recientemente el Fondo de Cultura Económica publicó parte de su obra en tres tomos. Algunos de sus títulos más conocidos y estudiados son Los recuerdos del porvenir (1963), novela ganadora del Premio Xavier VillaurrutiaUn hogar sólido (1958), Andarse por las ramas (1958) y Los pilares de doña Blanca (1958), piezas dramáticas montadas por el grupo Poesía en Voz Alta; y La semana de colores (1964), reunión de cuentos al que pertenece “La culpa es de los tlaxcaltecas”, que se convirtió rápidamente en uno de los clásicos dentro de la cuentística mexicana. Sin embargo, su obra es más extensa y con el paso de los años cobra importancia dentro de los estudios literarios mexicanos y extranjeros. Garro fue una mujer controvertida, contradictoria, en ocasiones frívola, pero, ante todo, una genial escritora.

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Teatro completo, de Elena Garro

La edición de Teatro completo de Elena Garro reacomoda cronológicamente las 16 piezas publicadas en 2009 en la colección Obras Reunidas, además de que corrige los errores de versiones anteriores y añade un prólogo escrito por Jesús Garro y Guillermo Schmidhuber de la Mora. Entre las obras que este volumen contiene se encuentran piezas como Andarse por las ramas, Los pilares de doña Blanca, Felipe Ángeles, La dama Boda, Parada San Ángel y Sócrates y los gatos, permitiendo al lector adentrarse a una faceta poco estudiada de la autora.

Novelas reunidas III, de Elena Garro

El tercer volumen de las Obras reunidas de Elena Garro incluye dos novelas: Los recuerdos del porvenir, ganadora del premio Xavier Villaurrutia, cuenta los sucesos en un lugar llamado Ixtepec durante la década de los años 20, mientras se desarrolla la Guerra Cristera; Y Matarazo no llamó… es un thriller político que se desarrolla en el marco de las persecuciones sindicales y estudiantiles durante las décadas de 1950 y 1960 en México. El volumen lleva prólogo de Maria Luisa Mendoza y una Advertencia editorial de Patricia Rosas Lopátegui.

Novelas escogidas (1981-1998), de Elena Garro

Novelas escogidas -con un prólogo y una selección a manos del crítico Geney Beltrán Félix- reúne y pone al alcance del lector actual un puñado de las mejores novelas cortas que Garro produjo entre 1982 y 1998: Reencuentro de personajes, Mi hermanita Magdalena, Testimonios sobre Mariana, La casa junto al río, Y Matarazo no llamó y Busca mi esquela. Todos ellos son textos de breve extensión, pero de inquietante poder narrativo, en donde personajes literarios como Scott Fitzgerald, Evelyn Waugh, eventos históricos como la Guerra fría, el movimiento madracista, el franquismo y momentos autobiográficos de la propia autora se combinan y lo real se confunde con lo imaginario.

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