Mario Roberto Morales cuando disertó sobre la importancia de la lectura y la escritura

DENNIS ORLANDO ESCOBAR GALICIA
Periodista

Yo, el que suscribe, de la Usac, laborando y a veces estudiando (matriculado), por más de cuarenta años, puedo dar fe que el ahora fallecido es uno de los más grandes intelectuales de los últimos tiempos de Guatemala- y de repente de Latinoamérica- y que, sin ningún ninguneo, debe aparecer en los libros de historia, no junto a los próceres de la independencia (?) ni a los presidentes (hasta Jimmy está ahí). Porque decir intelectual significa ser crítico de cualquier ideología, no importa el color y los matices. Fue él, Mario Roberto Morales Álvarez, quien criticó y llamó izquierda rosa a quienes actúan gracias al dinero “oegenista” de organismos foráneos pero sin entender que es fundamental cambiar las estructuras socioeconómicas y propiciar una revolución de base para construir una nueva Guatemala.

Lo conocí –hace un montonón de años- en una plática en la que me hizo sentir que, a pesar de vivir en este pequeño y desgraciado país, nos podemos sentir orgullosos y con dignidad porque somos seres “de maíz” pero capaces de construir un mundo mejor. A decir verdad me dejó reflexionando y con un buen sabor de boca su sapiencia y humildad para decir sus conocimientos y cavilaciones filosóficas. Él no necesitó artilugios mediáticos ni ostentosos trajes para exponer su sapiencia. Tampoco requirió públicos objetivo y campañas de divulgación para presentarse, ni mucho menos cheques al portador.

Evoco que en repetidas ocasiones cuando se necesitaba de una persona experta para conferenciar o dialogar sobre temas culturales, de los tópicos más diversos, siempre el doctor Mario Roberto Morales era propuesto, agregándosele diversas cualidades para que la actividad académica fuera exitosa, ya fuera un seminario, foro, congreso o un simple echar el párrafo.

El doctor Morales acudía solícito a donde se le invitara para exponer su sabiduría; lo hacía sin aspavientos y sin egoísmo alguno. Incluso asistía a lugares en donde discrepaban de su pensamiento político-ideológico; en el momento que era rebatido escuchaba con atención y sin la más mínima alteración respondía con seguridad a sus interlocutores. “Con la muerte de Mario Roberto Morales, implacable crítico de la financiada izquierda rosa, Guatemala pierde a uno de sus más destacados intelectuales. No era necesario estar de acuerdo con él, pero si era imprescindible respetarlo.”, escribió José Luis Chea Urruela.

En la San Carlos no obtuvo títulos de grado ni de postgrado -los obtuvo en otras universidades, incluso del extranjero, pero sí el Honoris Causa de la Universidad de San Carlos de Guatemala. No obstante se sentía más “usaquense” que cualquiera gritón que se llena la boca al decir que es egresado de la tricentenaria y ni siquiera asiste a una manifestación convocada por la susodicha institución. Fue tal el amor que Mario Roberto tuvo por la Usac que a veces se excedió en su defensa, argumentando que los malos calificadores le estaban haciendo el juego a quienes socavan los muros de la única universidad pública de Guatemala. Yo fui uno en discrepar porque soy del criterio que la Usac también debe ser cuestionada por los actos de corrupción de algunos de sus miembros y para acabar con el monopolio de la educación universitaria pública.

Mario Roberto Morales conversa con estudiantes al final de su plática sobre Flavio Herrera.

 

Recuerdo muchas de las ocasiones que se presentó en la Facultad de Agronomía (Fausac), pero en este espacio solo mencionaré dos: Cuando nos habló de la vida y obra del escritor Flavio Herrera (1895-1968) quien donó a la Usac su finca Bulbuxyá y que ahora es el Centro de Agricultura Tropical Bulbuxyá (CATBUL), lugar de prácticas e investigaciones para estudiantes y profesores de la Fausac. Fue tan motivadora su disertación que algunos participantes, entre alumnos, docentes y administrativos, se interesaron por leer Caos, La Tempestad y El Tigre para encontrar aspectos históricos de la finca.

Otra vez, preocupados por el poco hábito de lectura y escritura, lo invitamos para que nos concienciara acerca de tan importante práctica intelectual. Como siempre llegó en nuestro auxilio y con la máxima humildad que gozan los que saben y no lucran con su sapiencia. ¡Cómo todo sabio! No nos habló de Miguel de Cervantes ni de Miguel Ángel Asturias, ni mucho menos de la Real Academia Española. Nos habló de Intelicidio, Ilustración y cultura letrada, discurso con el que ingresó a la Academia Guatemalteca de la Lengua.

“Defender la cultura letrada equivale, pues, a salvar nuestra lengua, nuestra historia, nuestra cultura, nuestra memoria, nuestra identidad y nuestra civilización. En dos palabras: nuestra libertad. Es hora, entonces, de poner manos a la obra.”, palabras con las que concluyó su disertación.

Adiós Mario Roberto, el compañero que conocí en la academia, en las ventas y presentaciones de buen cine, en las pláticas de café –nunca con una bebida espirituosa de bohemio- y durante un tiempo en las tertulias del Centro PEN Guatemala, del que fue fundador. Ahora solo me queda releer tus libros y leer los no leídos. Y, por supuesto, poner manos a la obra y defender la cultura letrada. ¡Gracias por tu auxilio intelectual!

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