Emilio Matta

emiliomattasaravia@gmail.com

Esposo y padre. Licenciado en Administración de Empresas de la Universidad Francisco Marroquín, MBA de la Universidad Adolfo Ibáñez de Chile, Certificado en Métodos de Pronósticos por Florida International University. 24 años de trayectoria profesional en las áreas de Operaciones, Logística y Finanzas en empresas industriales, comerciales y de servicios, empresario y columnista en La Hora.

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Emilio Matta Saravia
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Ya vamos para 2 años desde que la pandemia de COVID-19 (SARS-CoV-2) ha azotado a la humanidad, provocando millones de muertos y cientos de millones de contagiados (alrededor del 5% de la población mundial).

En países como Guatemala, que se caracteriza por tener un endeble sistema de salud pública, producto del perenne saqueo del mismo durante décadas, además de la notoria desidia de las autoridades por atender la pandemia desde el primer caso reportado en el país, me parece inaudito que después de 2 años de pandemia, aún se tengan subregistros de casos, estemos en la cola del continente respecto a la vacunación, y encima de todo no se tengan protocolos serios, estandarizados y difundidos por todo el país, para el tratamiento de la enfermedad y el cuidado de los enfermos.  No se diga que lo más relevante para el centro del gobierno (y para el gobernante) fue el asqueroso negocio de las vacunas Sputnik V, al dia de hoy, rodeado de un manto de opacidad.

El Ministerio de Salud, todavía bajo la dirección de Amelia Flores, dio unos kits llamados Kit Covid que pretendían ser ese protocolo.  Sin embargo, como todo lo que hizo la ministra, son totalmente arcaicos y anticuados para el tratamiento de la enfermedad.  El kit incluye, de acuerdo con la página del Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social, los siguientes medicamentos: Acetaminofén 500mg o Ibuprofeno 400mg, Ácido Acetil Salicílico 100mg, Loratadina Tableta 10mg o Clorfenamina Tabletas 4mg / Jarabe 2mg/5ml, Sulfato de Zinc 20mg, Ivermectina 6mg (esto es un desparasitante para animales que en humanos se ha utilizado en casos muy particulares para combatir algunos parásitos que muy raramente se encuentran en las personas, y que el doctor que no ha practicado la medicina la recetó públicamente en la Cumbre Iberoamericana 2021), Vitamina C 500mg, Vitamina D 200ui y Sales de Rehidratación Oral (o suero oral).

Es obvio que, ante la escalada de casos provocada por la variante ómicron (hasta principios de enero de 2022, un mes después supimos que estaba en Guatemala desde la primera quincena de diciembre 2021), un protocolo bien estructurado y difundido de pruebas de detección y secuenciación, aislamiento, medicamentos y un tratamiento con las medicinas adecuadas, podría ser muy efectivo para disminuir contagios y, sobre todo, evitar muertes.  Pero como aquí se piensa en la sobra más que en la obra, tales protocolos ni siquiera se sueñan.  Es mucho más importante pensar en la segunda compra de vacunas Sputnik V, que seguramente dará muchos más réditos (expresados en billetes envueltos en costosas alfombras persas), que en estructurar un protocolo confiable y difundirlo coherentemente a nivel nacional.

Seguramente en su sermón del 14 de enero, el presidente Giammattei disertará sobre el crecimiento económico sin precedentes del 7.5% (sobreestimado, como ya lo indiqué en mi entrega anterior, y con una enorme influencia de las remesas familiares), sobre sus “logros” en un conflicto territorial que él, al igual que yo, no lo entiende, por lo que no puede ir a solucionarlo sin comprenderlo antes (gritar, regañar, sobornar con dinero del erario y tratar peyorativamente a los pobladores no es la solución), sobre tener el mejor manejo de la pandemia, según él.  Seguramente el 14 de enero va a hablar pajas, como es su costumbre.

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