No puede haber Estado de Derecho ni Certeza Jurídica cuando ocurre que una persona sobre quien pesa orden de captura es designado para hacerse cargo de un Juzgado y la CSJ dice que no se le puede impedir que llegue al cargo. Foto La Hora

Uno de los asuntos en los que más énfasis se hace sobre la situación de Guatemala es el necesario Estado de Derecho que demanda el exacto y estricto cumplimiento de la ley porque todo mundo sabe que esa condición es indispensable para que pueda haber inversión que nos saque del estancamiento que se traduce en condiciones de pobreza. Hasta los que ayudaron a prostituir el sistema comprando voluntades de los políticos mediante el financiamiento electoral, mencionan el Estado de Derecho y la Certeza Jurídica de manera reiterada y constante porque sin esas menciones es imposible hablar de una sociedad digna de respeto.

Pero obviamente no puede haber Estado de Derecho ni Certeza Jurídica cuando ocurre que una persona sobre quien pesa orden de captura es designado para hacerse cargo de un Juzgado y la Corte Suprema de Justicia dice que no se le puede impedir que llegue al cargo. Mynor Moto no se presentó nunca a resolver su situación jurídica ni dio la cara cuando fue sindicado y se libró la orden de captura en su contra. Lejos de eso se escondió de la fuerza pública para impedir su detención y se ha movilizado entre quienes son, cabalmente, sus compañeros de andanzas y de comportamientos para lograr una espuria designación en busca de recobrar la inmunidad que perdió cuando abandonó la judicatura en busca de un puesto en la Corte de Constitucionalidad.

Los ojos de la comunidad internacional están puestos en Guatemala por el tema de la migración y el vínculo que hay entre la corrupción y pobreza porque ésta es resultado de la forma en que, vía componendas, un puñado puede acumular todos los privilegios y oportunidades para incrementar su riqueza mientras el resto apenas si encuentra esperanza en la oportunidad de emigrar. Y es ya cantaleta que sin Estado de Derecho no podrá resolverse esa situación, motivo por el cual la corrupción vuelve a estar en el corazón de nuestra realidad, demandando compromisos claros.

Moto ha sido una especie de niño bonito de los promotores de la impunidad porque sin remilgos la ofreció a quien fuera parte del sistema y de ese tenebroso pero real y consistente pacto que hay para asegurar que los corruptos no puedan ser perseguidos. Y ahora, también sin remilgos, el sistema le premia ofreciendo un puesto que conlleva inmunidad para que se pueda librar de la justicia que, triste y paradójicamente, ahora él deberá administrar, confirmando sin lugar a ninguna duda el tremendo poder de ese grupo que tiene controlados los poderes del Estado y la institucionalidad.

Redacción La Hora

post author
Artículo anteriorLuis Felipe Spillari, un hombre que prodigó alegría
Artículo siguienteHeat vence por 110-104 a unos diezmados Lakers