Eduardo Blandón

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Fecha de nacimiento: 21 de mayo 1968. Profesor de Filosofía, amante de la literatura, fanático de la tecnología y enamorado del periodismo. Sueño con un país en el que la convivencia sea posible y el desarrollo una realidad que favorezca la felicidad de todos. Tengo la convicción de que este país es hermoso y que los que vivimos en él, con todo, somos afortunados.

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Eduardo Blandón

Cada tercer jueves del mes de noviembre, desde 2002, se celebra el Día Mundial de la Filosofía.  Unesco estableció la fecha con el fin de promover el pensamiento y sensibilizar a los Estados en la importancia de la filosofía para las sociedades en general.  Es un hecho que, si bien la filosofía ha perdido interés por considerarse de poco valor, aún se echa de menos en la formación profesional de las nuevas generaciones.

A mi modo de ver, la filosofía constituye esa disciplina que superando lo estético, la afirmación de la versatilidad ofrecida a sus estudiantes por el concierto de ideas asumidas, provee un sentido crítico que capacita para un diálogo fecundo.  La renuncia a las creencias y las ideologías en virtud de un espíritu suspicaz es un plus que abona el carácter para incidir en la realidad más efectivamente.

Lo operativo es solo una parte, significativa por lo demás como instrumento de acceso a la realidad, la filosofía redunda también en la asunción de un ethos peculiar que resulta de la exploración constante con horizontes variados.  Así, las ideas ejercen efecto en la conducta de los sujetos que, aún sin quererlo, modifican en un intento de consecuencia con esas estructuras de pensamiento.

Esa “evolución” de carácter o “involución” ética impacta, como tiene que ser, en el trato con los demás.  El filósofo, en su definición más amplia, aporta a la comunidad su sentido problematizador, la actitud desafiante y su postura hereje y rebelde.  Al ser parte de una tradición iconoclasta (Bruno, Spinoza y Las Casas, por ejemplo) sus intervenciones importunan y provocan distancia en el seno de la ortodoxia.

Con frecuencia, también, la filosofía aporta humanismo en los grupos.  Sensible a los valores íntimos que acreditan a la naturaleza humana, su apología por “el hombre” funda teorías en la que destacan la defensa de la libertad, la protección de la vida, el respeto mutuo, la inclusión, la búsqueda de la verdad, la tolerancia y la convivencia pacífica.  La filosofía ha solido ser portadora de un humanismo crítico frente a fes que adversan el desarrollo pleno.

Por último, el pensamiento que se gesta en la investigación habilita la sensibilidad estética.  Así, la filosofía afirma lo bello, se afana en ello y la busca infatigablemente.  La función de la filosofía no se agota en el plano teórico, que asume como indagación de la verdad, lo epistémico se funde con lo estético para hacer brillar la belleza de una realidad que maravilla.  En consecuencia, nos referimos a la filosofía como reveladora del misterio que llena de estupor, pero que cautiva al mismo tiempo.

El Día Mundial de la Filosofía, con todo lo anterior, debe llevar a una revalorización de la disciplina humanística y una reivindicación para los que se dedican al oficio docente.  Más allá de situar en una mejor posición ese saber, hay que gestar políticas que procuren el desarrollo de las facultades universitarias y la labor de sus profesores.  Al final, no se trata solo de la filosofía, como del rescate de una actividad del todo redituable para el espíritu humano.

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