Mariela Castañón

mcastanon@lahora.com.gt

Licenciada en Ciencias de la Comunicación, once años de ejercicio periodístico en la cobertura de niñez, juventud, violencias, género y policiales. Becaria de: Cosecha Roja, Red de Periodistas Judiciales de América Latina, Buenos Aires, Argentina (2017); Diplomado online El Periodista de la Era Digital como Agente y Líder de la Transformación Social, Tecnológico de Monterrey, México (2016); Programa para Periodistas Edward R. Murrow, Embajada de los Estados Unidos en Guatemala (2014). Premio Nacional de Periodismo (2017) por mejor cobertura diaria, Instituto de Previsión Social del Periodista (IPSP). Reconocimiento por la "cobertura humana en temas dramáticos", Asociación de Periodistas de Guatemala (2017). Primer lugar en el concurso Periodístico “Prevención del Embarazo no Planificado en Adolescentes”, otorgado por la Asociación Pasmo, Proyecto USAID (2013).

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Mariela Castañón
mcastanon@lahora.com.gt

Hasta hace algunos años entendí la importancia de focalizarme en el papel que desempeño como periodista y no juez. Las experiencias valiosas en determinados escenarios y el acompañamiento de profesionales experimentados me han permitido comprender la responsabilidad que tenemos.

En agosto de 2014 entré a la cárcel de Mujeres Santa Teresa para entrevistar a *Luisa, una mujer sentenciada por el robo de un bebé de 3 meses. Tenía muchas expectativas; esperaba que Luisa admitiera su culpa en el robo.

Un año antes había cubierto la noticia del robo del infante. Entrevisté a la progenitora del niño, una señora de condición humilde, que no dominaba el idioma español, porque recién había migrado de Carchá, Alta Verapaz a la capital, en busca de un empleo como trabajadora doméstica.

Luisa relató que conoció a la madre del niño robado en una clínica de la capital, que ambas frecuentaban. Su intención, jamás fue hacerle daño, argumentó.

Según la mujer detenida, un día el bebé de tres meses apareció en su casa porque su hija de 14 años lo llevó. La adolescente justificó que la madre del niño estaba buscando un empleo como trabajadora doméstica y necesitaba que alguien lo cuidara y ella se ofreció.
Sin embargo, diez días después del suceso, la madre del bebé denunció el secuestro de su hijo en los medios de comunicación.

Entre otras preguntas, cuestioné a Luisa ¿si no hubiera sido mejor entregar al bebé a la Policía o buscar la forma de aclarar el aparente malentendido?, pero refirió que sí envió mensajes de texto a la mamá biológica del bebé, pero no respondió. Poco después fue detenida junto a su hija.

El relato de Luisa concluyó, pero yo estaba decepcionada. Quería que ella admitiera su culpa en el robo y me dijera por qué lo hizo y a qué estructura pertenecía. A pesar de que la mujer detenida ya tenía una sentencia condenatoria por este delito.

Esa entrevista me serviría para publicar un reportaje y concluir con la capacitación impartida por la Iniciativa para el Periodismo de Investigación en las Américas del International Center for Journalists (ICFJ) en alianza con CONNECTAS.

ICFJ y CONNECTAS me asignaron el apoyo editorial de la periodista salvadoreña, Suchit Chávez, quien evaluaba periódicamente los avances en la investigación que realizaba.

Al salir de la cárcel hablé con Suchit y le dije muy desanimada que me había ido mal. Ella me preguntó las razones. Yo respondí que la mujer detenida no había admitido su culpa en el robo del bebé y que siempre sostuvo su inocencia.

Suchit con su amplia capacidad y experiencia, me dijo que no olvidara que éramos periodistas y no jueces. Luisa no tenía por qué admitir su culpa frente a mí, aunque existieran indicios de su responsabilidad en el robo.

Su respuesta me hizo reflexionar sobre el papel que ejercemos. Ahora, con las redes sociales opinamos, pero no investigamos, juzgamos y estigmatizamos. Y lamentablemente algunos se creen dueños de la verdad.

Nuestro papel es informar con responsabilidad y conciencia. Nuestro trabajo requiere de investigación, respeto y esfuerzo para darle indicios a la ciudadanía de lo que acontece. ¡Gracias Suchit por esa lección!

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