Felipe Alejos empezó a mostrar su oposición al oficialismo. Foto La Hora/José Castro

En vivo y a todo color se produjo ayer en el Congreso una de las tantas “negociaciones” que se hacen en la ya célebre compra y venta de votos. Generalmente se opera de manera silenciosa, regateando votos, para incrementar el valor de cada uno de ellos o para forzar a la contraparte a que ceda e impulse determinadas posiciones. El juego no es para nada nuevo, pero generalmente los diputados tratan de hacerlo de manera secreta para impedir que la gente se dé cuenta de lo que se cocina tras bambalinas.

Pero es evidente que los diputados ya perdieron las formas y que ahora les importa un pepino lo que piense la opinión pública sobre su desfachatez y por ello es que el chantaje se produce en vivo frente a las cámaras de televisión para que ni al Presidente ni a ninguno le quede la menor duda de que o atienden sus exigencias o simplemente no tendrán votos ni siquiera para asegurar esa enorme arca abierta que es el Estado de Calamidad cuya prórroga se solicita en el marco de una pandemia en la que la gente ha quedado librada a su propia responsabilidad porque el Estado se hizo a un lado para darle tiempo al Presidente de dedicarse a gobernar, según sus propias palabras.

El partido TODOS de Felipe Alejos, del que toda la población sabe perfectamente de qué pata cojea, montó un show ayer temprano para poner en la picota al Canciller, a quien acusó de estar jugando doble papel porque mientras oficialmente se proclama el apoyo a la oposición en Venezuela, se reúne con su colega, el Canciller cubano. Pero no bastó con eso, sino que además demandó que se expulse a los médicos cubanos que están trabajando en los hospitales porque, según dijo, el sueldo que se les paga a esos galenos va a parar a las manos del régimen comunista de Cuba.

Y ya para la sesión donde se conocería la prórroga del Estado de Calamidad el pacto oficialista se resquebrajó porque el partido TODOS fue forzado a salir del hemiciclo por precisas y categóricas instrucciones de Alejos, obligando a que se montara un raro espectáculo en el que el estado de excepción terminó siendo aprobado en primera lectura en medio de señalamientos de manipulación del tablero electrónico para dar la impresión de que se tenían los votos necesarios.

La política en todos lados se ha convertido en un sucio juego, pero en Guatemala se rebasa cualquier condición y se muestra a las claras cómo se hace un chantaje.

Redacción La Hora

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