Cartas del Lector

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Julio Roberto Bermejo González

Fui Coordinador de la Comisión Técnica, secretario de la Comisión Preparatoria del Parlamento Centroamericano y redactor del Proyecto de Tratado presentado por Guatemala, de donde emanó el vigente Tratado Constitutivo del Parlamento Centroamericano. Viví todo el proceso y lo hicimos con la mayor esperanza de que diera los frutos que de él se esperaba.

La idea nació de los valores y principios que inspiraron la celebración de la Reunión Cumbre de Presidentes Centroamericanos –Esquipulas I- que se llevó a cabo en mayo de mil novecientos ochenta y seis y fue en la Declaración de Esquipulas donde se sentaron las bases de un nuevo estilo de vida y convivencia centroamericana, afirmando los principios y propósitos políticos significativos:

a) Que en Centroamérica es necesario crear y complementar esfuerzos de entendimiento y cooperación creando mecanismos institucionales que permitan fortalecer el diálogo, el desarrollo conjunto, la democracia y el pluralismo como elementos fundamentales para la paz y la integración de Centroamérica.

b) Que la paz solo puede ser fruto de un auténtico proceso democrático y participativo que implique la promoción de la justicia social, el respeto a los derechos humanos, la soberanía e integridad territorial de los Estados y el derecho de todas las naciones a determinar libremente y sin injerencias externas su modelo económico, político y social, entendiéndose esta determinación como el producto de la voluntad libremente expresada por los pueblos.

c) La necesidad política de revisar, actualizar y dinamizar los procesos de integración económica y social de Centroamérica, para el mejor aprovechamiento del potencial de desarrollo en beneficio de los pueblos y para enfrentar en mejores condiciones las serias dificultades de la crisis económica y política que afectaba a la región centroamericana.

En esta importante Reunión se acordó integrar el Parlamento Centroamericano como la instancia idónea para alcanzar los propósitos indicados. Se planteó que el Parlamento Centroamericano fuera la instancia política que tuviera la potestad de recomendar a los gobiernos la solución viable y efectiva que cada asunto demandara, en virtud de que seria una instancia democráticamente electa con diputados electos por todos los países miembros y representación de la diversidad de corrientes políticas de la región. El punto de partida de la legitimidad de su actuación estaría en función directa del sufragio universal y directo mediante el cual estaba llamado a integrarse el Parlamento Centroamericano.

La profundidad y seriedad con que al interior del Parlamento Centroamericano se analizaran los asuntos estaría en función directa de la calidad política, capacidad, seriedad, responsabilidad e idoneidad de sus integrantes y esto es una carga histórica que ha pesado sobre los partidos políticos al decidir sobre las personas que nominan para cada elección. Mucho del porvenir político centroamericano correspondía ser analizado en el Parlamento Centroamericano y es por ello que cada país y cada partido político debía elegir a los mejores políticos a los más centroamericanos, a los que tuvieran mayor vocación integracionista. El futuro y la consolidación de la paz, la democracia y el desarrollo en Centroamérica merecían este esfuerzo que hicieran los partidos políticos.

La realidad ha sido otra distinta y esto es frustrante, porque fueron muy altas las expectativas que se tenían de esta estructura regional.

Con la consabidas excepciones, cada país no ha electo a lo mejor de su caudal político y ello ha desembocado en una calidad mediocre de sus resoluciones, en un uso abusivo de la inmunidad que protege a los diputados; a una débil e insuficiente acción propositiva hacia las cuestiones que afectan a la integración centroamericana; en conclusión, ha devenido el Parlamento Centroamericano en una estructura ineficiente, gravosa al erario de cada país y recientemente en un cuerpo colegiado que promueve, apoyo y usufructúa la corrupción y no otra cosa fue la pretensión de adquirir un inmueble con un valor de cinco millones y que según personas expertas únicamente valía alrededor de dos millones y ello con el gravante de que ya el gobierno de Guatemala había donado un terreno donde construir el edificio que albergará al Parlamento Centroamericano, y todo ello cuando la presidencia estaba en manos de una Diputada guatemalteca. Es una vergüenza y lo es más cuanto que fueron guatemaltecos los promotores; sin que dejen de tener culpa los diputados de los otros países que tienen representación, por cuanto que han avalado con su voto los actos de corrupción que se han dado. El caso actual de los hermanos Martinelli evidencia una vez mas la corrupción y la ineficiencia actual del Parlamento Centroamericano y lo oneroso que es su funcionamiento.

Todo esto es verdaderamente lamentable, porque el espíritu que impulsó la creación de este organismo regional fue loable y se tuvo la esperanza de que con su acción propositiva se consolidara la integración de la región y se afianzará la democracia, el desarrollo y la paz en Centroamérica. Si es de reconocer que a nivel de los Estados miembros no se ha expresado suficiente voluntad política de apoyarlo.

Toda la comunidad internacional apoyó este proyecto y es frustrante que no haya logrado estar a la altura de las expectativas que de él se tuvieron.

Doctor en Derecho*
*Catedrático Universitario
Graduado por la Escuela Diplomática de España*

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