Grecia Aguilera

Periodista, escritora, filósofa y musicóloga. Excelsa poeta laureada. Orden Ixmukané, Orden de la Estrella de Italia, Homenaje del Programa Cívico Permanente de Banco Industrial, Embajadora y Mensajera de la Paz.

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GRECIA AGUILERA

Hace más de veinte años que fue instituida la Pontificia Academia para la Vida por el Papa Juan Pablo II y sus principales objetivos son: “Estudiar e informar sobre los principales problemas de biomedicina y derecho, relativos a la promoción y a la defensa de la vida, sobre todo en la relación directa que estos tienen con la moral cristiana.” La institución promulgó en el mes de marzo de 2020 la nota: “Pandemia y Fraternidad Universal” que inicia: “Toda la humanidad está siendo puesta a prueba. La pandemia de Covid-19 nos pone en una situación de dificultad sin precedentes, dramática y de alcance mundial: su repercusión en la desestabilización de nuestro proyecto de vida crece cada día más. La omnipresencia de la amenaza pone en duda las evidencias que, hasta ahora, en nuestros sistemas de vida, resultaban evidentes. Estamos experimentando dolorosamente una paradoja que nunca hubiéramos imaginado: para sobrevivir a la enfermedad debemos aislarnos unos de otros, pero si aprendiéramos a vivir aislados unos de otros nos daríamos cuenta de lo esencial que es para nuestras vidas vivir con los demás. En medio de nuestra euforia tecnológica y gerencial, nos encontramos social y técnicamente impreparados ante la propagación del contagio: hemos tenido dificultades en reconocer y admitir su impacto. E incluso ahora, estamos luchando fatigosamente para detener su propagación. Pero también observamos una falta de preparación, por no decir resistencia, en el reconocimiento de nuestra vulnerabilidad física, cultural y política ante el fenómeno, si consideramos la desestabilización existencial que está causando.” Luego la entidad propone apoyar “la alianza entre la ciencia y la ética en la búsqueda del mejor humanismo posible” y “desea contribuir con su propio aporte reflexivo y se propone situar algunos de los elementos distintivos de esta situación dentro de un espíritu renovado que debe nutrir la sociabilidad y el cuidado de la persona.” Sus cinco propuestas son: Solidarios en la vulnerabilidad y en los límites; De la interconexión de facto a la solidaridad deseada; Ciencia, Medicina y Política: el vínculo social puesto a prueba; La obligación de proteger a los débiles y La oración de intercesión. En uno de los párrafos de la primera propuesta la academia expone: “El comportamiento temerario o imprudente, que aparentemente sólo nos concierne a nosotros, se convierte en una amenaza para todos aquellos que están expuestos al riesgo del contagio, sin que ello afecte quizás ni siquiera a los sujetos de dicho comportamiento. Así pues, descubrimos que la incolumidad de cada individuo depende de la de todos.” En su tercera propuesta la academia expresa: “Lo que necesitamos es una alianza entre la ciencia y el humanismo, que deben ser integrados y no separados o, peor aún, contrapuestos. Una emergencia como la de Covid-19 es derrotada en primer lugar con los anticuerpos de la solidaridad. Los medios técnicos y clínicos de contención deben integrarse en una vasta y profunda investigación para el bien común…” Ahora en su quinta propuesta declara que la oración es una plática con Dios “que se convierte en una fuente para que podamos confiarnos también a los hombres. A partir de esto sacamos fuerza interior para ejercer toda nuestra responsabilidad y estar disponibles para la conversión según la realidad que nos haga comprender lo que hace posible una convivencia más humana en nuestro mundo.” Por ello debemos estar en oración constante, todos los días y unir nuestras plegarias, así al unísono dirigirnos a Dios Todopoderoso porque Él siempre cumple sus promesas: “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque el Señor tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.”

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