Raul Molina Mejía

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Nació el 20/02/43. Decano de Ingeniería y Rector en funciones de USAC. Cofundador de la Representación Unitaria de la Oposición Guatemalteca (RUOG) en 1982. Candidato a alcalde de la capital en 1999. Profesor universitario en Nueva York y la Universidad Alberto Hurtado (Chile). Directivo de la Red por la Paz y el Desarrollo de Guatemala (RPDG).

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Raúl Molina

Es necesario escribir sobre la Universidad de San Carlos de Guatemala (Usac) y su mandato constitucional, así como la forma en que las y los universitarios hemos luchado en su defensa, porque es un reflejo de las luchas que el Pueblo de Guatemala ha realizado para rescatar la “Primavera Democrática”, cercenada por la intervención estadounidense en 1954. Conmemoramos el cuadragésimo aniversario de un año muy dramático para la tricentenaria universidad, el parteaguas entre la Usac comprometida con su Pueblo y aquélla que debió sobrevivir a la intervención estatal y la penetración del Estado represivo y corrupto. Este artículo se refiere al año 1980, y más específicamente, a dos fechas. Como autoridad de la USAC, viví intensamente el período entre la declaratoria de guerra de Lucas García contra la Usac, en 1978, y mi exilio, en 1980. El 20 de octubre de 1978, el Estado intensificó la ola represiva contra la comunidad universitaria, con el asesinato del presidente de la AEU, Oliverio Castañeda de León, y la desaparición forzada de Antonio Ciani, su vicepresidente. Se sucedieron los ataques contra integrantes de la Usac después de esos hechos, con docenas de catedráticos y cientos de estudiantes muertos, desaparecidos y perseguidos. A inicios de 1980, una delegación campesina de El Quiché llegó a la capital a denunciar las masacres que el ejército perpetraba en esa región. La delegación se hizo presente ante el Consejo Superior Universitario (CSU), que les ofreció solidaridad y apoyo, organizaciones de la sociedad civil y el Congreso, sin que se lograra detener la mano asesina de las fuerzas armadas y de seguridad. Para hacer denuncia internacional, dicha delegación ingresó a la Embajada de España el 31 de enero. Las fuerzas de seguridad del gobierno de Lucas García, violando acuerdos y tratados internacionales, la asaltaron e incendiaron, con el saldo de 39 personas muertas. Este hecho marcó el punto de no retorno en la ruta hacia la barbarie del Estado guatemalteco, el cual fue condenado internacionalmente.

El gobierno desató su rabia contra la Usac. Hubo dos sobrevivientes de la quema de la Embajada, el Embajador y el campesino Gregorio Yujá Xoná, quien fue secuestrado del centro hospitalario, brutalmente torturado y asesinado, Su cuerpo fue tirado en el campus de la Usac. Durante el sepelio de las víctimas de la Embajada, al cual el CSU asistió en pleno, varios estudiantes universitarios fueron asesinados. En los días siguientes, se intensificaron las amenazas y atentados contra miembros de la comunidad universitaria, incluido el Rector, Saúl Osorio, quien debió salir al exilio después de varios intentos de asesinato. El CSU me nombró como Rector en funciones, para asumir el cargo el 14 de julio de 1980. Me hice presente en la Rectoría y mientras firmaba el Acta correspondiente, se escucharon múltiples disparos enfrente del edificio. Fuimos informados que fuerzas de seguridad habían disparado contra todas las personas que ingresaban a la ciudad universitaria, con el saldo de ocho estudiantes de Ingeniería muertos. Fue punto culminante de la brutal represión contra la Usac, siempre cubierta con impunidad total.

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