Arlena Cifuentes
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De la información que el Presidente diariamente traslada a través de sus conferencias de prensa podemos deducir que nos considera un pueblo incapaz de razonar, atropella la dignidad de quienes estamos preocupados por la presencia del COVID-19 y de la manera en que el Gobierno subsumido en la figura presidencial lo ha venido abordando. La inmensa mayoría de la población manifiesta como siempre actitudes de indiferencia y aceptación a todo aquello que les den digerido, el caso de la pandemia no es la excepción. Su silencio se interpreta como un AMÉN.

El día sábado dos de mayo el gobernante nos hizo saber no sin dejo de vanagloria que en nuestro país el número de infectados ascendía a 37 por millón de habitantes. No es de extrañar que seamos el ejemplo para el mundo. Quienes afirman y comparten semejante disparate son insensatos ya que a menor número de pruebas menor número de infectados o casos sospechosos que reportar. Si dividimos el número de pruebas diarias, –que han aumentado en los últimos días a 450- concluimos en que el día que mayor número de pruebas se han realizado es de 37 por millón. Será posible que con este pírrico número de pruebas se pueda trasladar una información confiable y que según lo manifestado el domingo por la noche se esté pensando en reactivar la economía dejándose doblegar por las presiones de los grandes empresarios que seguramente son muy fuertes, tanto así como los compromisos adquiridos, un toma y daca. El dilema es, qué pesa más la salud o la economía en este momento.

Deseo enfatizar que el Gobierno está jugando con fuego y que la población no debe relajarse. ¿Si Guatemala tiene diez y siete millones y medio de habitantes y hasta hace unos días las pruebas -los tests- diarios se elevaron a 450, cuántas pruebas se hacen por cada millón de habitantes? Es de vital importancia aumentar el número de estas para relajar las medidas de lo contrario el empresariado guatemalteco tendrá que lamentar sus apresuradas e impertinentes presiones y el Presidente por su parte su debilidad al haber cedido a dichas presiones ya que lo peor está por venir.

A mayor relajamiento de las medidas mayor será el número de infectados y de fallecidos. Los hospitales improvisados no están preparados para recibir treinta mil, cincuenta mil o más infectados, nadie podrá contener la pandemia.

Por otro lado, las pruebas se realizan a quien se considera sospechoso de ser portador del virus lo cual no proporciona ningún dato confiable ya que son los casos asintomáticos los que debiesen ser objeto de la prueba. De ahí la importancia de aumentarlas e incluir a quienes se considera están bien, sólo así podremos obtener un parámetro confiable de la expansión de la infección. Por otro lado se sabe que hay muchos casos que no han sido reportados y cuya causa de muerte se desconoce.

De igual manera, la población tiene todo el derecho a contar con información fidedigna, debemos conocer la realidad lo cual coadyuvaría a que la sociedad coopere voluntariamente por el miedo a ser infectados y a su vez despierte la solidaridad que buena falta nos hace. La decisión de elegir entre morir por contagio o por hambre no debería corresponder a los seres humanos, solo a Dios; es cuestión de conciencia. Llegará el momento en que el número de infectados como el número de muertes no se podrá ocultar.

Todos los guatemaltecos tenemos el derecho a acceder a una información pública, confiable y transparente, es imposible que la misma esté centralizada en la persona del Presidente, de lo contrario no nos deja más que desconfiar y pensar en que algo anda mal.

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