Fernando Mollinedo

mocajofer@gmail.com

Guatemalteco, Maestro de educación primaria, Profesor de segunda enseñanza, Periodista miembro de la Asociación de Periodistas de Guatemala, realizó estudios de leyes en la Universidad de San Carlos de Guatemala y de Historia en la Universidad Francisco Marroquín; columnista de Diario La Hora durante 26 años, aborda en sus temas aspectos históricos, educativos y de seguridad ciudadana. Su trabajo se distingue por manejar la palabra sencilla y coloquial, dando al lector la oportunidad de comprender de modo sencillo el universo que nos rodea. Analiza los difíciles problemas del país, con un criterio otorgado por su larga trayectoria.

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Fernando Mollinedo C.

A como están las cosas, por nuestra realidad social y económica, es indiscutible que esperamos una crisis sanitaria de gran envergadura magnificada como nunca en Guatemala.

Ciertamente, se están tomando medidas para contrarrestar la expansión del mortal virus, pero las autoridades, no pueden pecar de inocentes o incrédulas como al principio dijo el señor presidente Giammattei que sería solamente una gripona, manejando el mismo criterio que los presidentes Trump, López Obrador y Bolsonaro.

Sí los países desarrollados técnica y materialmente no tuvieron control de la crisis sanitaria (manejo de defunciones y sanitización de lugares públicos) imaginemos nuestro país sin cultura higiénica personal popular; con lugares médicos desprovistos de productos médicos esenciales en las áreas rurales ¿Qué será de la población desposeída que no ha tenido acceso de gozar de la mínima dignidad como ser humano?

Abstrayéndonos de criterios religiosos es obligatorio pensar la forma de disponer de las futuras víctimas del COVID-19 y enfermedades naturales que podrían ser numerosas, dado que somos un país sin cultura higiénica generalizada.

Los sepelios masivos en fosas comunes en todo el mundo son necesarios e ineludibles dada la urgencia de disponer de los cadáveres (materia orgánica contaminada en proceso de descomposición) en un lugar que no signifique posibilidad de generar brotes insalubres por los gases que pudieran salir de la madre tierra.

Considero necesario crear en el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social, el Acuerdo Ministerial que dé vida a CREMATORIOS NACIONALES, administrado por las autoridades de los cementerios y acostumbrar a la población al procedimiento de cremar los cuerpos de las personas fallecidas, es decir, incinerarlos, lo cual evitará posibles contaminaciones.

No soy agorero ni inhumano, pero veo la necesidad pública de preservar la salud como elemento esencial para el desarrollo humano, económico, social, cultural y hasta religioso de la población a efecto de gozar lo estipulado en los artículos 93, 94, 97, 98 y en especial lo contemplado en el artículo 44 de la Constitución Política de la República de Guatemala que dice: “…El interés social prevalece sobre el interés particular

Así mismo, el Estado de Guatemala por medio del Gobierno de la República, podría dar cumplimiento a lo normado en el ACUERDO GUBERNATIVO No. 005-96 de fecha 9 de enero de 1996 “REGLAMENTO DE CREMACIÓN E INCINERACIÓN DE CADÁVERES Y RESTOS HUMANOS” que establece su procedimiento.

Pareciera absurdo este planteamiento, pero es necesario y urgente para contar con un recurso eficiente para la sanitización pública pensar en la salud de quienes sobrevivan o sobrevivamos a esta oleada de muerte que nos acecha con su presencia y amenaza nuestra salud por la frágil infraestructura sanitaria.

Ejemplo de lo anterior es el cementerio de La Verbena y el hundimiento paulatino del Cementerio General; ambos saturados y faltos de espacio para inhumaciones, además que, ambos colindan con el basurero general de la zona 3 en donde varios municipios vierten sus desechos.

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