Para muchos la intromisión de Gustavo Alejos en las postulaciones de aspirantes a magistrados es grave, pero no se debe pasar por alto su trabajo para controlar el Congreso, mismo que rindió frutos el mismo 14 de enero de este año cuando lideró, junto a Sandra Torres, el esfuerzo por alcanzar una mayoría gracias a negociaciones con distintas bancadas entre las que destacan la de Felipe Alejos, la del partido de Mario Estrada y la del partido que llevó a la Presidencia a Alejandro Giammattei. En ese caso no se trata de ninguna especulación ni de suposiciones sobre la capacidad que tiene Alejos para ir alineando voluntades, sino es un hecho probado y que no admite discusión porque la amalgama que orquestó para el día de la toma de posesión es la misma que, según reporta hoy Prensa Libre, se conforma por 89 diputados que se proponen elegir a las Cortes el próximo martes.

Si trabajar para tener el control de las Salas de Apelaciones y de la Corte Suprema de Justicia a fin de que sean garantía de impunidad es ya terrible, imaginemos lo que significa que las mismas fuerzas tenebrosas tengan también el control de la mayoría de diputados al Congreso de la República y, de paso, del partido oficial con todo lo que ello representa desde el punto de vista de influencias en el Poder Ejecutivo. Y es que, desde hace meses, cuando se concretó la expulsión de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala, se viene trabajando a todo vapor para desmontar todos los casos que fueron presentados y para garantizar que el país pueda volver al ritmo que tenía antes de 2015.

Lo que está ocurriendo y atestiguamos no es casual porque responde a una cuidadosa y bien trabajada estrategia para alcanzar los fines que permitan a los sindicados solventar sus casos gracias a tribunales superiores que estén conformados por magistrados electos en el marco de esos acuerdos. Aquí lo único realmente extraordinario y fuera del libreto que plasmó el Pacto de Corruptos es el trabajo de la FECI que desnudó la forma en que venía operando Alejos, quien es el más eficiente que encontró el grupo de políticos y sus socios en el sector privado para alcanzar sus fines.

Afirmar que el Congreso es controlado por Alejos no es una exageración porque ya demostró su capacidad para articular diversos intereses alrededor de su particular agenda y por ello confiar en una elección “decente” de los mejores magistrados no es un gesto de candidez sino de cinismo.

Redacción La Hora

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