Cartas del Lector

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Edgar Villanueva
edgarvcoluma@gmail.com

Los refranes trasladados de boca en boca por generaciones esconden simples pero grandes enseñanzas que nuestros antepasados han considerado importantes de trasladar de generación en generación. Uno de estos refranes, aplicable por las acciones que se han dado recientemente en nuestro vecindario geográfico en estos días, es: “Si las barbas de tu vecino ves cortar, pon las tuyas a remojar”.

En el caso de nuestro vecino del norte, México, después de haber tenido un pico de crecimiento económico hasta el 2015, no ha logrado seguir en esa vía. Desde que asumiera el presidente Andrés Manuel López Obrador -AMLO– sus perspectivas económicas han sufrido en gran parte por el corte populista de su líder y su visión de algunos proyectos que hubieran impactado positivamente el desarrollo de su país. A pesar de que su gestión no ha realizado grandes modificaciones al sistema económico mexicano, sus señales al exterior y su retórica han generado desconfianza en algunos inversionistas y esto se refleja en un crecimiento que con mucho esfuerzo llegará al 2% en 2020. Nuestros nuevos gobernantes deben de ver, cómo la retórica y poca claridad sobre temas de importancia nacional, tienen un impacto importante en la percepción de nuestro país y del futuro de este.

Otro caso de aprendizaje es el de Honduras, que después de haber emprendido un camino de lucha contra la corrupción lo ha detenido sin muchas explicaciones y en donde los nexos criminales del hermano del Presidente han venido a erosionar su credibilidad y la de su Gobierno. Este es un perfecto espejo para nuestro Presidente, quien ya ha iniciado acciones para enfrentar al crimen organizado y la corrupción, para que no se detenga en su afán de enfrentar ambos flagelos y de unir al país en torno a ellos. Su éxito será un respiro para un pueblo que se ve afectado diariamente por la falta de aplicación de la ley.

Y finalmente, el presidente del El Salvador, Nayib Bukele, ha puesto en bandeja de plata un ejemplo negativo de gestión política del cual debemos de tomar nota. La “danza húngara” que se da entre poderes del estado no debe de borrar los límites que existen entre estos. Cada uno debe de conservar su ámbito de acción para evitar la aglomeración de poder que tantas pesadillas nos trajo en el pasado. Recurrir a las fuerzas armadas y de seguridad para coaccionar acciones políticas o diplomáticas no es solo una cobardía, sino refleja el carácter de quien las utiliza y evidencia su debilidad.

Como repite mi padre en su afán de trasladarnos de boca en boca las experiencias del pasado: “existen tres clases de hombres, el tonto que no aprende de sus errores, el inteligente que sí aprende de ellos y el sabio, el que aprende de los errores de los demás. Pedimos sabiduría para nuestros gobernantes y que eviten cometer los errores de otros para evitar sus destinos, y así, enfilar nuestra Guatemala por la vía de la democracia y el desarrollo.

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