Arlena D. Cifuentes Oliva
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Jeremías 4:14 “Lava de maldad tu corazón, Jerusalén para que seas salva. ¿Hasta cuándo morarán dentro de ti pensamientos perversos?”.

Lava de maldad tu corazón Guatemala para que seas salva. ¿Hasta cuándo se apoderarán de ti los hombres con pensamientos y acciones perversas? ¿Hasta cuándo despertarás Guatemala?

Ha llegado el momento en que debemos dejar de pensar en que todo lo que huele a política es malo, esta es solamente una excusa para delegar en otros nuestra incapacidad de asumir responsabilidad y después señalar con el dedo al corrupto que permitimos con nuestra indiferencia que se hiciera del poder. ¿Qué autoridad moral le asiste a quien nunca se ha preocupado –menos contribuido– por el bienestar de la gente que habita este país, por mejorar su calidad de vida?
L
os cristianos “Debemos tener la libertad de seguir el Evangelio. Libertad no solo en el sentido en que las leyes no interfieran con la proclamación de la verdad, pero también libertad interior de poder votar por principios y no por lealtades partidistas. El comunicado de los Obispos de 1995 dice que necesitamos –yo diría que somos– ser políticos sin ser partidistas, corteses pero no débiles, involucrarnos sin dejarnos ser utilizados.” “…nuestro marco legal no corresponde fácilmente a las categorías de derecha o izquierda… Nuestra responsabilidad es analizar cada partido y plataforma y cómo sus programas afectan la vida y la dignidad humana (Junta Administrativa, Obispos Católicos de los Estados Unidos, Responsabilidad Cívica, 1999. P8)”

Alguna vez nos hemos preguntado ¿Por qué existo? ¿Será por mera casualidad? Por un golpe de suerte tal vez para algunos, y lo contrario para otros. Durante muchos años sobreviví sin siquiera imaginarme semejante pregunta. En la medida en que fui entablando una relación con Dios fui comprendiendo que todos, creyentes y no creyentes, venimos al mundo con un propósito, el cual corresponde a cada quien descubrir.

¿Por qué nacimos en Guatemala? ¿Por qué en esta época? ¿Cuál es mi propósito? ¿Cuál es el suyo? Al abrir mis ojos a la luz divina pude comprender que soy, una hija de Dios privilegiada. Nunca en mi vida me hizo falta un techo, no sé lo que es “tener hambre”; nunca viví ni experimenté las consecuencias de una guerra en las dimensiones en las que hoy la enfrentan miles de seres inocentes en varias partes del mundo. Del enfrentamiento armado interno ni siquiera me enteré, no tuvo efectos sobre mi vida. Sensibilizarme al dolor y la necesidad ajena ha sido producto de la inmensa misericordia de Dios en mi vida.

En esta crisis de credibilidad, de legitimidad; en una coyuntura en dónde lo que prevalece es la incertidumbre, la desconfianza, la zozobra; en donde no se visualiza “una luz al final del túnel” Guatemala nos necesita más que nunca. Exige de cada quien abandonar la comodidad, los miedos y prejuicios; las incondicionalidades y el oportunismo.

Queridos hermanos, digamos NO a la mediocridad, como lo he expresado en diferentes oportunidades. Con la mente clara y el corazón ardiente propugnemos por el bienestar de las mayorías desposeídas y abandonadas, por una Guatemala distinta.

“Cuando Aristóteles define al hombre como, animal político, se refiere a su dimensión social y política que se diferencia del animal porque crea sociedades y organiza la vida en ciudades. Los que son incapaces de vivir en sociedad, o por su propia naturaleza no la necesitan, son bestias o dioses. (El hombre, animal político. Arnaldo Pérez Wat, La Voz). Aristóteles parte de que el hombre es un ser social y que sólo mediante la vida en comunidad puede alcanzar sus fines. El hombre es por naturaleza un “ser político”. ¿Qué somos usted y yo? La política es inherente al ser humano desde el momento en que vive en sociedad.

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