Francisco Cáceres

caceresfra@gmail.com

Nació en Guatemala el 19 de Julio de 1938; tiene estudios universitarios y técnicos en ciencias jurídicas y sociales, administración empresarial, pública, finanzas, comunicación, mercadeo y publicidad. Empresario, directivo, consejero y ejecutivo en diversas entidades industriales, comerciales y de servicio a la comunidad. Por más de 28 años consecutivos ha sido columnista en este medio.

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Francisco Cáceres Barrios
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Estamos a punto de terminar un año difícil en el que el mismo Gobierno hizo hasta lo imposible porque el sistema democrático no funcione, tal y como son las aspiraciones de la mayoría de guatemaltecos, rompiendo las normas legales existentes, desde ignorar un convenio internacional suscrito con la Organización de las Naciones Unidas, hasta pisotear la Constitución que nos rige pasando sobre la misma al desobedecer las resoluciones que la Corte de Constitucionalidad ha dictado. Más descalabro no pudo haber pasado por nuestra mente cuando nos enteramos de los resultados electorales de los comicios que llevaron al poder al presidente Jimmy Morales.

Pero diversas circunstancias nos llevaron de un año para el otro con la duda: ¿Irá a poder terminar su mandato con tan tremendos desatinos? ¿Podremos los guatemaltecos ser capaces de seguir padeciendo los malestares provocados por un Congreso lleno de diputados, cada cual más corrupto y tránsfuga que el otro? ¿Será posible que los guatemaltecos hayamos permitido que los tribunales de justicia fueran cooptados por la corrupción más descarada de todos los tiempos? Todo lo anterior, dejó a la mayoría de ciudadanos con tal sabor amargo en la boca que nos ha hecho decir una y mil veces que ni loco que estuviéramos iríamos a ejercer más nuestro voto.

Pero el tiempo ha pasado y sabiendo que la torpeza o descabellada actuación presidencial de un día muy bien podrá ser superada al día siguiente, hoy día tenemos a más de una docena de aspirantes a ocupar el solio presidencial algunos con antecedentes peores que el actual o que ni por asomo nos den la más mínima garantía de cumplir los forzosos requisitos de combatir a morir la corrupción y la impunidad. ¿Producto del descaro o de la mentira fácil de estos tiempos? No puedo decidirme por ninguno de los dos factores y más creo que concurren las dos circunstancias.

Sin embargo, aquí estamos igual que antes, sin conocer todavía cuáles serán realmente las reglas que normarán las futuras elecciones. Sin saber con certeza si los tránsfugas podrán postularse nuevamente. De si algún día de verdad no podrán hacer campaña anticipada utilizando los recursos públicos los actuales funcionarios y si la mala costumbre de financiar a los partidos políticos de quienes tienen intereses creados en su elección pueda algún día eliminarse de una vez por todas. Con todo esto y más estamos terminando un año político de nuestra historia que ojalá no hubiera ocurrido nunca y con una población aguantadora e indiferente como ninguna, hablamos de si aquél va a ser capaz o aquella tendrá el respaldo popular que se anticipa.

Lo único cierto y seguro es que somos en Latinoamérica un país en donde ocurren hechos que hubieran sido causa de un descalabro total en el suyo pero ya ven, aquí vamos caminando, con un pie en el precipicio y el otro sobre una cáscara de banano hablando de proyectos con un Presupuesto multimillonario.

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