Carlos Figueroa

carlosfigueroaibarra@gmail.com

Doctor en Sociología. Investigador Nacional Nivel II del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de México. Profesor Investigador de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Profesor Emérito de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales sede Guatemala. Doctor Honoris Causa por la Universidad de San Carlos. Autor de varios libros y artículos especializados en materia de sociología política, sociología de la violencia y procesos políticos latinoamericanos.

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Carlos Figueroa Ibarra

Escribo estas líneas desde Tegucigalpa adonde he llegado hace unas horas gracias a la invitación que me han hecho como académico y dirigente nacional de Morena, la Fundación Friedrich Eberth (FES), el Partido Libre y la Universidad Nacional Autónoma de Honduras. He venido a hablar del proceso político mexicano en el contexto de la victoria de Andrés Manuel López Obrador y de la coalición de partidos que lo apoyó. Pero me he encontrado que tanto Honduras, como Guatemala y ahora México se encuentran impactados por la Caravana Migrante integrada por miles de hondureños que han huido de su país. Hablando con algunos de los integrantes de la bancada de Libre, he sido informado que los dos mil hondureños que inicialmente han iniciado el éxodo, probablemente se incrementen por que la caravana se ha transformado en una suerte de bola de nieve.

No me extraña que Donald Trump esté aprovechando este incidente para politizarlo y aguzar más la xenofobia racista de la parte estadounidense que llevó a la Presidencia al primero. Tampoco me extraña que la dictadura hondureña encabezada por Juan Orlando Hernández, esté usando la estampida migratoria para acusar al partido encabezado por Mel Zelaya de ser su instigador con el fin de desestabilizar al gobierno. Lo que me ha sorprendido es leer mensajes de personas supuestamente de izquierda, que interpretan a la caravana hondureña como un plan reaccionario y hasta imperialista para desestabilizar el triunfo de Andrés Manuel López Obrador. Todas estas interpretaciones son equivocadas. Detrás de la Caravana Migrante no se encuentra una conspiración “populista o comunista” ni tampoco una urdimbre imperialista, por mucho que Trump la esté utilizando para salvarse de la derrota electoral en noviembre próximo.

Según un informe de la FES, lo que ha originado esta segunda estampida migratoria de 2018 que le da continuidad a la migración masiva de niños en 2014 es el drama hondureño. Los migrantes me dicen en Honduras, no salen “en busca del sueño americano, sino huyen de la pesadilla hondureña”. En Honduras, el 64% de la población vive en la pobreza y el 70% de la misma vive en desempleo abierto, subempleo visible e invisible. Desde el golpe de Estado que derrocó a Zelaya en 2009, el Estado se ha ido militarizando y buena parte del presupuesto nacional se invierte en armas de guerra: entre 2007 y 2017 el Presupuesto nacional para la compra de armas se ha incrementado un 78%. No nos debe extrañar entonces que cada día 300 hondureños salen hacia el norte, lo que significa aproximadamente 110 mil personas anualmente.

Esto es lo que está detrás de la Caravana Migrante. En México, el Grupo Parlamentario de Morena en boca del senador Héctor Vasconcelos ya ha expresado un posicionamiento impecable: reconocimiento como refugiados y promoción de visa de trabajo a los migrantes, ayuda conjunta con EUA para el triángulo norte centroamericano, exhortación al mismo para que elimine los flagelos neoliberales, despolitización del asunto por parte de Washington.

Ante la crisis de los migrantes, hay que enarbolar la voluntad humanitaria.

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