El aniversario que se cumple hoy, por el intento de expulsar del país al comisionado Iván Velásquez, marcó el inicio de uno de los años más funestos de nuestra historia no sólo por el afán de detener la lucha contra la corrupción, sino especialmente porque de ello se derivó el frontal ataque contra los escasos avances que se habían logrado en la institucionalidad del país, visible entre otras cosas en cuanto a la profesionalización de la Policía Nacional Civil que ha sido sistemática y deliberadamente desmantelada en un retroceso que costará muchos años enderezar nuevamente.

Con el que sin duda tendrá que ser reputado como el peor Gabinete de la historia del país, el presidente Morales ha provocado una auténtica crisis de Estado por la ausencia de políticas para atender las necesidades de la población porque todo, absolutamente todo en su gestión, gira alrededor de su empecinamiento en destruir la lucha contra la corrupción para garantizar total impunidad a todos los que le acompañan en el tenebroso Pacto de los Corruptos que ahora se empeña en desmontar la penalización del delito de financiamiento electoral.

Los reveses para el mismo Morales en este año han sido espectaculares porque tanto en el plano interno como en sus esfuerzos por mermar el apoyo internacional a la CICIG ha fracasado no obstante haber puesto al país en ridículo. Mientras sus avances están en la implementación del más extenso y grosero programa de vigilancia y control de sus opositores, gracias al apoyo irrestricto de sus aliados extranjeros, uno tras otro se producen efectivos apoyos bipartidistas en Estados Unidos para la Comisión Internacional, no obstante que se ha realizado un intenso y costoso cabildeo, tanto del Gobierno como de los sectores de la sociedad que le dan acompañamiento a Morales por sus propios intereses, para descarrilar el trabajo de castigar a los implicados en distintas formas de corrupción.

Es obvio que un país con una conducción tan obtusa, centrada exclusivamente en un perverso propósito, no puede avanzar ni puede enfrentar con propiedad los desafíos que se le plantean. No hay nadie en el Gobierno pensando más que en cómo se suben al busito de la SAAS para cuidar el chance, aunque ello confirme el carácter pusilánime e inútil de todo un Gabinete que descuida sus funciones.

Imposible esperar que haya reflexión y entendimiento porque la cabeza está totalmente ciega y no tiene capacidad de corregir sus errores, mucho menos ahora que un nuevo antejuicio les hará cerrar filas con sus pocos aunque poderosos aliados, quienes también buscan impunidad.

Redacción La Hora

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