Mientras los niños guatemaltecos eran separados abusivamente de sus padres en la frontera con Estados Unidos, la embajada de Guatemala en ese país dispuso agasajar al yerno del presidente Trump y tiró la casa por la ventana para ofrecerle una cena que costó varios miles de dólares. Por supuesto que al señor Jared Kushner, quien es asesor pero no tiene licencia que le permita conocer asuntos confidenciales, el tema de los niños migrantes y sus padres le vale gorro, pero lo que el embajador guatemalteco pretendía al organizar el ágape para juntarlo con funcionarios de gobierno no era el tema de los migrantes, sino que pretendían que le diera culas a Morales en su obsesión para liquidar a la CICIG y al comisionado Iván Velásquez.

Seguramente alguno de los asistentes pudo ser el Ministro de Gobernación que ayer partió despetacado a Washington para averiguar por qué desde la Casa Blanca salía una declaración tan tajante de apoyo a la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala si no era eso lo que se había pactado. Según las apuestas del embajador Espina, apellido que recuerda aquellos días en que su padre, el Vicepresidente de Serrano, clamaba para que le pusieran la banda presidencial sin entender que sería acusado como cómplice en la comisión del delito de atentar contra la Constitución de la República, era que Kushner, por su origen judío, sería el aliado perfecto para exprimir el provecho que esperaban por el traslado de la misión guatemalteca de Tel Aviv a Jerusalén. Todo fue un montaje, una patraña aparentando decisiones de política exterior, para colocar a Guatemala como títere de Trump a efecto de congraciarse con el impredecible mandatario norteamericano y así lograr que le zafara la varita a la CICIG y dejara que Morales pudiera terminar su mandato sin sobresaltos.

Todo parece habérseles derrumbado porque con bendición de poderes del Norte se produjo la acusación frontal contra Morales por delitos sexuales y en el marco de tal turbulencia se viene la bendición de la Casa Blanca a la lucha contra los corruptos en Guatemala lo que significa que el mismo Presidente está en la mira, porque su involucramiento en el financiamiento electoral ilícito es algo que no lo deja dormir y por esa acusación, por la otra que le ha surgido o por la forma en que viajó a Israel, terminará obligado a quizás buscar asilo con Netanyahu si se quiere librar de la cárcel.

De suerte que la costosa cena para asegurar las culas de Kushner apenas sirvió para que deleitara su paladar.

Redacción La Hora

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