Eduardo Blandón

Se atribuye a Descartes una cierta popularización de la duda.  Expone su idea en el “Discours de la méthode” (El Discurso del Método), obra importante, según él “pour bien conduire sa raison et chercher la vérité dans les sciences”, es decir, para la búsqueda eficaz de la verdad usando la razón.  Se trataría de poner entre dicho lo que se sabe para favorecer la investigación en pos de la verdad.

Escribiría un largo discurso para continuar con la idea del filósofo francés, si no fuera porque no lo necesitamos.  Es inútil porque los guatemaltecos hemos hecho de la duda una forma de vida.  Y sí, claro, quizá no sea la duda filosófica, metódica y estratégica que sugería el príncipe del racionalismo galo, pero claramente es una duda fronteriza con el más puro y duro escepticismo.

Producto de ello es nuestra tendencia a no creer casi nada de lo que se nos dice principalmente si viene del depreciado mundo político.  Repasemos rápidamente solo un par de acontecimientos de ayer.  Acto primero, sale el presidente de Guatemala, Jimmy Morales, pidiendo la participación masiva de los guatemaltecos en la Consulta Popular.  En una entrevista habla sobre el provecho para el país de manifestarse sobre Belice: insiste en el significado de la participación.

Acto segundo, un grupo de encopetados empresarios lanza un pacto por la transparencia.  Las noticias dicen que el empresariado asume cinco grandes compromisos de Nación. Se autodenominan “un grupo diverso del sector privado en busca de una Guatemala transparente”.  Participan 130 empresarios provenientes de grupos corporativos de la industria, el comercio, el agro, las finanzas y las exportaciones en el marco del foro GuateÍntegra.

¿Cree usted que el Presidente esté en condiciones de liderar la Consulta Popular?  ¿Considera que tienen credibilidad los empresarios de esas corporaciones que en buen número han formado parte del cáncer que tiene postrado al país?  ¿Harán los guatemaltecos “tabula rasa” para fingir olvido y darle la oportunidad a políticos y empresarios cuya reputación ha estado y está en entredicho?  Lo dudo rotundamente.

Dudar es positivo y, según la tradición del pensamiento moderno, es fundamental para acceder a la verdad. El problema con nosotros, sin embargo, es que hemos superado el umbral para situarnos en el ámbito de la increencia, la pérdida de fe y la desconfianza total de las instituciones y corporaciones.  Practicamos el escepticismo radical que nos permite distanciarnos incluso de curas, pastores, religiones y cuanta alma con apariencia devota se nos presente.  No porque seamos malos o enfermizamente suspicaces, sino porque la experiencia nos ha maltratado para ponernos en camino de una pérdida de la inocencia sin posibilidad absoluta de retorno.

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