Arlena Cifuentes
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Mientras Jimmy Morales hace pactos con Joviel Acevedo por encima y debajo de la mesa, comprando las conciencias de las huestes por él lideradas con el fin de asegurar su incondicionalidad y apoyo, la educación pública sigue siendo desatendida.

El tema de las deficiencias en la educación pública en Guatemala ha sido una constante en la política y en la preocupación de algunos sectores nacionales. No obstante, paradójicamente no entra en la agenda de los sectores sindicales de los educadores, por lo menos de los más influyentes. Tal el caso del Sindicato de Trabajadores de Educación de Guatemala –STEG– cuyo Secretario General es el “educador” Joviel Acevedo.

Resulta increíble para la mayor parte de la población guatemalteca, que dicho personaje siga teniendo una influencia significativa en el qué hacer político nacional, esto ha venido sucediendo a lo largo de muchos años, más pareciera que ese sindicato está designado por la providencia para aliarse a los gobernantes cada vez que tienen alguna dificultad o problema.

La famosa frase de José Martí “y me hice maestro que es hacerse creador”, ha quedado tan lejana a sus principios. Sirvan para ilustrar, algunos ejemplos de lo que sucede en una de muchas escuelas: El personal de limpieza, el agua pura son pagados por los padres de familia; de igual manera hay computadoras pero no hay maestro de computación, se contrata uno quien cobra por cada clase la suma de Q2.50 los alumnos cuyos padres puedan erogar Q5 a la semana recibirán la clase. No hay maestro de educación física, los maestros a cargo de cada clase la imparten como parte de sus obligaciones. Hay una fotocopiadora, pero el Ministerio no proporciona tinta ni papel, los alumnos deben contribuir con una cantidad de dinero cada vez que hay exámenes.

En relación a la famosa refacción escolar, que se supone es gratuita, el Ministerio proporciona una base que más parece una graciosa cortesía o un acto de bondad: La pasta o el arroz, como cualquier otro alimento necesitan gas para cocinarse, así como salsitas instantáneas o algún ingrediente que los haga comible, un plato en donde servirlos y probablemente un tenedor, es en los padres de familia en quienes recaen los gastos para su elaboración, teniendo que contribuir no solo en efectivo sino también con contribuciones en especie, según me comentaron, si sumamos todo lo anterior esto oscila en no menos de Q30 semanales. Pero lo que es más grave es que en muchos de los casos las mismas aportaciones son objeto de puntuación para las clases.

¿Es esta una educación GRATUITA como lo manda el Artículo 74 de la Constitución Política de la República? ¿Cómo demandamos al Estado que cumpla con su OBLIGACIÓN? En lugar de que quien dirige los destinos del país en esta materia y de quien se autodenomina uno de los líderes del magisterio nacional, continúen haciendo tranzas millonarias sin importarles un bledo el deterioro en la calidad de la educación pública y su acceso a ella.

Ahora bien, ¿En dónde está el abnegado magisterio denunciando esas situaciones gravosas para las familias? Por el contrario, para el sindicato mencionado, su única y real preocupación es hacer componendas de gobierno para obtener no solo prebendas personales de sus dirigentes sino aumentos de salario para sus afiliados.

Cuándo nos preguntamos por qué el subdesarrollo sigue siendo una constante, debemos recordar que en Guatemala, la educación pública no es gratuita, tiene precio y por ende es restringida para quienes no pueden pagarla. De esta forma, continuaremos inmersos en el agujero negro en el que históricamente hemos estado sumidos.

NOTA ACLARATORIA: Contrario a lo que afirmé en mi Artículo publicado el 2 de abril, la disposición de Belice que establecía que era necesaria la participación del 60% de los empadronados para que una Consulta Popular fuese vinculante, fue reformada. En febrero de 2017 se establece en su Ley de Referéndum que la mayoría simple hace vinculante una decisión tomada a través de una consulta popular. Expreso mis más sinceras disculpas.

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