Sucesos como el del pasado jueves, cuando un vehículo de transporte pesado embistió a más de veinte automotores causando la muerte de al menos siete personas y heridas a un par de decenas, son hechos tan recurrentes que no pueden llamarse accidentes en estricto sentido porque todos esos hechos son previsibles y suceden por la indiferencia de las autoridades, la despreocupación de los empresarios del transporte y la irresponsabilidad de los pilotos, mezcla que se ha probado mortalmente dolorosa y trágica para muchísimas familias.

Hay responsabilidad de autoridades que tienen que ver con la red vial, con la regulación del tránsito y el control de los flujos de movilidad. Pero ya sabemos que los primeros están ocupados cobrando comisiones de los contratos que hacen, mientras los segundos no tienen más cabeza que para ver como implementen el Pacto de Corruptos y los restantes aprendieron que su función no es controlar realmente el tránsito sino generar ingresos para sus municipios o para ellos mediante el uso de la multa.

No pasó ni un año desde que otro hecho similar ocurriera justamente en ese tramo de la ruta tan transitada en las cercanías de Mixco y aquella supuesta disposición de colocar “gobernadores de velocidad” a los vehículos del transporte pesado sigue siendo una aspiración porque los dueños de las unidades no están dispuestos a gastar, sobre todo si saben que a la hora de un accidente ni siquiera la responsabilidad civil tendrán que cubrir gracias a ese persistente fenómeno de la impunidad en Guatemala.

Siempre, tras esos percances, se levantan voces de dolor y de reclamo por la dejadez de nuestras autoridades y de los que están involucrados en el negocio del transporte pesado, pero terminan siendo palabras que se lleva el viento y todos quedamos a la espera de otro momento fatal que volverá a recordarnos que no hacemos nada por la seguridad del tránsito.

Los cuadros que se vieron ayer durante los sepelios de las víctimas debieran grabarse en la mente de los ciudadanos pero, sobre todo, de las ineptas autoridades que tenemos y que seguramente durmieron ayer tranquilamente porque algún negocio hicieron. Es imperativo que los ciudadanos mostremos algún aire con remolino porque no podemos seguir dejando al país en manos de incapaces corruptos que están preocupados en frenar la lucha contra la corrupción en vez de atender sus obligaciones y preocuparse por la seguridad de los ciudadanos. Ellos seguirán así, descuidados e indolentes, en la medida en que los ciudadanos los dejemos y nos conformemos con ser gobernados por la bazofia.

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