Lic. Douglas Abadía Cárdenas
douglas.abadia@gmail.com

A lo largo de los años he observado y vivido una de las características más representativas de nuestra sociedad guatemalteca: el anarquismo, el cual puede ser definido como una filosofía política y social que llama a la oposición y abolición del Estado entendido como gobierno y, por extensión, de toda autoridad, jerarquía o control social que se imponga al individuo, por considerarlas indeseables, innecesarias y nocivas.

Desde infante he notado cómo un buen porcentaje de la población guatemalteca vive en anarquía, es decir, hacen su propia voluntad oponiéndose al Estado, autoridades y/o control social. Cabe mencionar que dicha característica particular influye en los niveles de ingobernabilidad existentes en nuestro país, para muestra basta hacer un breve recorrido en los trabajos elaborados por los medios de comunicación nacionales en donde se evidencian conflictos de tipo social, económico, personal, estudiantil, etc.

La mayoría de la población chapina emite juicios de valor peyorativos acerca de la figura estatal, es decir, cualquier problema o inconveniente que suceda en sus vidas finaliza con la culpabilidad del Estado. Como ejemplo: si una adolescente resulta embarazada la culpa es del gobierno porque no invierte en programas de educación sexual; otro ejemplo puede ser si se le arruina el carro, el culpable es el Estado porque las carreteras son mal construidas y están deterioradas.

Es un secreto a voces las opiniones de la sociedad guatemalteca respecto a la figura estatal, todavía no hemos alcanzado el nivel de poder discernir entre las decisiones acertadas y las no acertadas por parte del Estado guatemalteco, es tradicional que se tienda a echarle y cargarle toda la culpa a dicha figura.

No se trata de justificar las buenas o malas decisiones de los funcionarios de turno, sino que se trata de plantear que logremos alcanzar un nivel de sensibilización y concientización acerca del rol del Estado y sus funciones.

En síntesis puedo afirmar que la mayoría de la población carece de una planificación para sus vidas, es decir, muchos bailan al son que le toquen, no tenemos la capacidad aún de poder trazarnos objetivos mucho menos el poder alcanzarlos.

El clase mediero busca la movilidad social ascendente a toda costa, busca capitalizarse o fortalecer su capital existente lo más pronto posible para poder desempeñar roles de burgués.

La clase baja y los pobres viven inertes, conformados en su triste y dramática realidad, pues con el lavado de cerebro que realizan la diversidad de religiones (refugio de estos sectores) existentes en la tierra del Quetzal pareciera que por mandato divino están condenados a vivir en extrema pobreza y pobreza, pues bienaventurados los pobres pues de ellos es el reino de los cielos; hay que esperar a morir en el plano terrenal para poder ser recompensado en la otra vida, y quién se atreve a hacerles cambiar de opinión, le podría costar hasta la vida al que lo intente.

Continuará…

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