Francisco Cáceres Barrios
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Los resultados obtenidos de las pruebas practicadas a los estudiantes graduados volvieron a registrar bajas calificaciones en las pruebas de lectura y matemática, aunque el Ministerio de Educación bajo el principio aquel que dice: “Nadie habla mal de su rancho aunque se esté quemando”, asegura que fueron los mejores alcanzados en el último lustro. No pueden ser buenos los resultados de las pruebas de lectura, cuando solo tres de cada diez estudiantes lograron aprobarlo y más malos son los de matemáticas, cuando uno solo de cada diez lo pudo lograr. En conclusión, las carencias y los incumplimientos siguen siendo las causas fundamentales por no lograr satisfacer el actual gobierno los requerimientos ciudadanos.

Igualmente las causas de seguir caminando como tortuga para lograr una óptima calidad educativa siguen siendo las mismas, pues aunque el presidente Jimmy Morales y su Ministro del ramo anden diciendo que fue un gran salto haber logrado mejorar un poco la capacidad de los estudiantes en lectura y en matemática, del año 2012 al 2016 apenas se ha mejorado en el primer rubro 7.85 puntos y en el segundo apenas 1.71 y ni siquiera se cumplió la meta de impartir clases los 180 días durante el año, pues los Empresarios por la Educación (EPE) aseguran en su estudio que apenas se llegó a 170.

De acuerdo a este mismo análisis entre el 16 de enero al 31 de octubre, con base en casi 57 mil reportes de padres de familia y ciudadanos, fueron los meses de julio y agosto en los que más se reportó que los establecimientos estuvieron cerrados. Por otra parte, la Asociación de Investigación y Estudios Sociales (ASIES) informa que siguieron encontrando limitados los recursos destinados a los programas de apoyo a la educación tales como su no gratuidad, cantidad insuficiente de útiles escolares y de la valija didáctica. No se necesita ser un experto en pedagogía entonces, para concluir que estos asuntos limitan a los estudiantes considerablemente su capacidad de aprender.

Seguimos entonces sin que las autoridades educativas y de infraestructura de nuestro país entiendan que la cantidad de establecimientos educativos es muy inferior a lo que realmente se necesita. Tampoco los integrantes de los movimientos magisteriales comprenden que sus actividades sindicales efectuadas en horarios de clases solo sirven para mejor dictar la sentencia condenatoria para impedir que nuestra niñez y juventud, limitándoles cada día más sus conocimientos, logren su mejor preparación y formación y con ello poder llegar a ser útiles para el desarrollo del país o al menos, poder satisfacer las mínimas condiciones de vida, su progreso personal y el de sus familias. ¿Cuándo vamos a ver el bosque completo?

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