Juan Antonio Mazariegos G.

Esta semana mi hijo preparaba una presentación para su curso de Teoría del Estado en la Facultad de Derecho, el trabajo, me explicó, consistía en preparar un debate en el que un grupo defendería la posición de Rusia y otro la posición de Ucrania en el conflicto sobre la península de Crimea y conllevaba una “investigación” en la red que le permitiera a cada grupo ubicar los argumentos necesarios para defender su respectiva posición. Con solo escribir Crimea en el buscador saltan más de 28 millones de resultados que contienen una historia, verdad, artículo, punto de vista, información, desinformación, relato, noticia o como quiera cada quien denominarle y para cada “verdad” habían un sin fin de “verdades” que la corregían, aclaraban o la contradecían. Por supuesto, el paraíso para cualquiera que desee recabar información para defender un punto de vista, sobre todo si ya lo tiene preasignado, pero una verdadera catástrofe para quien quiere saber la verdad, que es lo que ocurre allí o quien tiene la razón en el conflicto.

La guerra de Crimea, el conflicto de Cataluña, la posesión territorial en el mar de China, son algunos ejemplos en el extranjero, derecho a manifestar y bloqueos, profesores con educación universitaria, derecho indígena, minería, son algunos ejemplos locales, pero todos tienen en común que muchas de las posiciones que se publican ya están sentadas, firmes y cerradas, con el agravante de que la polarización drena el centro de los argumentos, las posiciones objetivas o confunde a aquellas personas que simplemente querían informarse de manera imparcial de cualquier tema que fuera de su interés.

El mundo se ha hecho más pequeño, todos estamos conectados y disponemos de abundantes fuentes de información, sin embargo, nunca antes hubo tanta necesidad de revisar, verificar la fuente y tener un criterio como hoy que abundan la información y los puntos de vista.

Un término utilizado en el mundo digital es el de tendencia, el cual identifica un tópico o tema, sin importar la posición que se tome alrededor de él, el problema es que la discusión y las posiciones también generan tendencia en la discusión y se convierte en verdad no necesariamente aquello que lo sea, si no únicamente el punto de vista de la mayoría. Está en todos informarnos, documentarnos y buscar objetividad tanto en lo que captamos como en aquello que transmitimos, de otra forma la verdad perderá valor y quedaremos todos simplemente a merced de la tendencia.

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