Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.com

No siempre los hijos logran ser herederos de las cosas buenas de sus padres, prueba de ello son los años que fungió como Procurador de los Derechos Humanos Jorge de León Duque.

Es de conocimiento público que el Presidente Otto Pérez Molina influyó enormemente para que al diputado De León Duque se le eligiera Procurador de Derechos Humanos, como un recuerdo y agradecimiento porque, Ramiro de León, padre del ex PDH, cuando fue presidente electo por el Congreso, le permitió al jefe del Estado Mayor Presidencial, Otto Pérez Molina, hacer y deshacer a su antojo.

Sin duda alguna, un jefe de Estado Mayor Presidencial convive estrechamente con el Presidente y su familia, a los que “sirve”.
Esto también hizo pensar a Pérez Molina que al muchacho que había conocido le era adecuado que fuera Procurador de Derechos Humanos, lamentablemente, como se puede comprobar, el tacuche le quedó muy grande, se rodeó de una serie de amigos que disfrutaron de las muy bien pagadas asesorías y puestos en la Procuraduría, pero que no pueden demostrar qué hicieron en los cinco años de mandato.

¿Acaso lograron defender al pueblo de Guatemala en su derecho a la vida, en su derecho a la nutrición, en su derecho al empleo? Nadie lo mira.

La Canasta Básica Alimenticia creció sin control y sin medida, la educación pública no se mejoró, la preparación para que la mano de obra guatemalteca fuera técnicamente calificada ni siquiera se propuso, mucho menos se fiscalizó que la educación en todo sentido mejorara.

La pobreza del 60% de los guatemaltecos no decreció; incluso, no fue capaz de señalar que la pretensión que platearon varios alcaldes de crear medias jornadas con medio salario mínimo era un retroceso humano.

En la Salud Pública no se investigó, mucho menos se sancionó que los medicamentos e insumos médicos valgan en Guatemala el doble que en Nicaragua o México.

Se medio criticó a los hospitales públicos, pero no se encontró explicación o mucho menos solución a la precariedad económica existente, tampoco fue capaz de analizar y señalar públicamente los abusos que se han hecho en Pactos Colectivos en el sector público, en el Legislativo, en los ministerios y dependencias.

Que tristeza y que vergüenza la que nos da a todos los que al inicio de su gestión le deseamos que la misma fuera eficiente y provechosa para todos los guatemaltecos, incluso por su prestigio profesional.

Si se tuviera que calificar su gestión en comparación a todos los procuradores que han existido anteriormente, de plano que se le tendría que calificar en los bajos niveles, lo que comprueba que el Congreso de la República debe ser sumamente cuidadoso cada vez que elige un PDH, que es su representante, y por consiguiente debe de fiscalizársele permanentemente, más que a un Ministro.
El Procurador de Derechos Humanos no debe hacer política, no debe salir tomándose las fotos ni salirse del marco de sus funciones, por el contrario debe de velar por el respeto y el cumplimiento de los derechos individuales y colectivos que la Constitución de la República establece; requiriéndole, tanto al sector público como al sector privado, que cumplan esos derechos hacia los niños, hacia los adolescentes, hacia los hombres y mujeres adultos y de la tercera edad.

¡Guatemala es primero!

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