Arlena Cifuentes

Que nada nos espante, desde que Jimmy Morales se postuló como candidato a la Presidencia sabíamos que el país estaría sometido a una dura prueba, sin embargo, cualquier idea que pudiera pasar por nuestra mente de lo incompetente que podría ser su Gobierno estaba muy lejos de lo que pudimos haber imaginado.

De todos conocida su trayectoria en el teatro y sus cualidades de actor hacía impensable que pudiera ser capaz de liderar un país que necesitaba un estadista, un líder con la experiencia y la garra necesarias para superar la crisis institucional en la que el Partido Patriota y el Gobierno de Otto Pérez Molina habían sumido al país.

Desde que asumió el poder, el Gobierno de Jimmy Morales se caracterizó por rodearse de asesores incompetentes y nefastos, con escaso o ningún conocimiento del quehacer político y de la cosa pública. Desde aquel día a la fecha no hemos visto avance alguno en ninguna de las áreas medulares como son la salud, la seguridad ciudadana, el desempleo, la disminución de la pobreza y así podríamos seguir enumerando. Si podemos asegurar que hay un retroceso en cuanto a la inseguridad ciudadana, la delincuencia tiene de rodillas al pueblo por la incompetencia del Ministro y sus subalternos. Por otra parte, las tasas de desempleo superan el porcentaje de los años anteriores, el sistema hospitalario está en crisis.

Tanto el Ministerio de Gobernación, como el de Salud, han dado muestra de una enorme incompetencia, como lo demuestran los hechos más recientes. Desde la masacre del Roosevelt ocurrida hace doce días al día de hoy no existen los protocolos de seguridad para resguardar las vidas de pacientes, médicos y resto del personal. Tanto el Ministro de Gobernación, como la Ministra de Salud, se hicieron presentes a los nueve días de los sucesos, como es del conocimiento de todos. El Hospital durante la presente semana ha tenido presencia de personal militar.

Hoy por hoy, nos enfrentamos a una de las peores crisis políticas por las que ha atravesado Guatemala en las últimas décadas, agudizadas por el conflicto de intereses personales del Presidente de la República, como son las acusaciones de actos de corrupción en contra de su hermano, de su hijo y ahora en su contra en su calidad de Secretario General del Partido que lo llevó a la Presidencia.

Las muestras de la incapacidad del gobernante y sus asesores, en los que incluyo Ministros y Secretarios, se han hecho más evidentes en los últimos días, manejando una agenda oculta de su encuentro con el Secretario General de Naciones Unidas y los objetivos de dicha reunión. Y los dimes y diretes que giraron en torno a este encuentro.

Pero, el peor error que Jimmy Morales pudo haber cometido es “haber declarado no grato” al director de la CICIG, Iván Velásquez, firmó con ello su sentencia de muerte política y el fin de su Gobierno. Una vez más su desconocimiento, su ignorancia, su incapacidad como Gobernante y su séquito de asesores incompetentes lo llevan a enfrentarse a una ciudadanía que demandará en los próximos días su renuncia. El Presidente en su afán de deshacerse de Iván Velásquez y haciendo uso de lo que según él piensa es su “investidura toda poderosa”, ni siquiera se asegura de que esta decisión estuviese bien fundamentada en las leyes del país. La Ley de Probidad le “prohíbe utilizar el poder en la toma de decisiones en beneficio personal”. Error fatal.

En un artículo que escribí el día jueves de la presente semana cuando estos acontecimientos no se habían sucedido, y que no fue publicado por envío tardío, me permití hacerle una propuesta al señor Presidente: ante la incompetencia de sus Ministros y Secretarios, remuévalos de sus cargos, y permita que un grupo de ciudadanos probos, enérgicos, expertos en las diferentes áreas, sin compromisos ni con usted ni con el diablo, PENSANTES, no incondicionales; y cuyo trabajo sea ad honorem le acompañen en el tiempo que le queda al frente del Ejecutivo. Estoy segura que por el amor a la patria se puede conformar un equipo con “ciudadanos” dispuestos a participar en este reto, teniendo un único objetivo: sacar a Guatemala de la crisis en la que se encuentra sumida y de la cual usted, hoy, es corresponsable.

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