Mario Coyoy

En la mayoría de las actividades y transacciones que se realizan en el día a día de una empresa, existe el impacto de temas tributarios, por lo que es necesario evaluar el plan de organización, los métodos y procedimientos adoptados, para que se incluyan aquellos elementos importantes que permitan al contribuyente mantener la confianza de estar cumpliendo con todas sus obligaciones tributarias.

Derivado de los últimos acontecimientos políticos y económicos del país, la Superintendencia de Administración Tributaria –SAT– ha incrementado considerablemente las revisiones y fiscalizaciones a los contribuyentes. Asimismo, puede percibirse un enfoque más integral en los programas de fiscalización que incluyen, entre otros aspectos: entender el origen y naturaleza de las transacciones; especialización por industrias; utilización de la información cargada por los contribuyentes en las herramientas; creación de nuevas dependencias de control; verificación de la simetría de los ingresos y gastos de los contribuyentes. Por lo anterior, se anticipa que la SAT haga uso de todas las herramientas que están a su disposición, para elevar el nivel de fiscalización, que le permita lograr los objetivos de recaudación.

Con base en lo anterior, surgen interrogantes por parte del sector empresarial, respecto de qué mecanismos de control interno se deben implementar, con el fin de mitigar el riesgo de cometer inconsistencias ante la autoridad tributaria. Para responder a estas interrogantes, primeramente se debe tener en consideración que el primer paso a tomar por parte de la Administración de las empresas, es realizar una evaluación de sus procedimientos de control interno fiscal. Para este fin, lo importante no es únicamente tener los controles identificados, sino además, que cada miembro del equipo se asegure de cuáles son sus funciones en relación a ellos de modo que se cumplan.

Recordemos que un adecuado cumplimiento de control interno aseguraría que las políticas, así como la planificación a nivel corporativo, independientemente del tipo de organización, se derive en beneficios que van desde el plano interno, hasta hacerse visibles a los usuarios externos como: mejora en la confianza de los accionistas respecto de la información y las transacciones que ocurren en la compañía; seguridad en las relaciones con socios de negocios; facilitar el monitoreo de la planeación, sea financiera, fiscal o de otra índole; mitigar el riesgo de ajustes que puedan ser eventualmente planteados por la Administración Tributaria contribuye en el cumplimiento adecuado de las obligaciones ante el fisco, entre otras.

Finalmente, es importante que las compañías puedan identificar los riesgos del control interno fiscal de cada uno de los ciclos del negocio, entre ellos: ingresos, compras, nóminas, tesorería y producción (como mínimo) para así poder evaluar el estado actual en que está operando cada área y departamento de la compañía y los riesgos y/o debilidades que puedan existir. Habiendo realizado lo anterior, resulta importante que las compañías implementen una serie de cambios en el control interno de cada área y departamento, considerando que al conservar el soporte de las operaciones podrá atenderse cualquier presunción de las autoridades fiscales. La próxima semana continuaremos analizando qué tipos de controles se deben tener en consideración en los ciclos de negocio de las empresas. Que Dios los bendiga.

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